Protestas en Francia por el trato policial a los 'sin papeles'
El Gobierno promete investigar el caso del niño inmigrante herido cuando huía de los agentes
El drama de Amiens -Iván Dembski, un niño ruso de 12 años, sigue en coma después de caer desde un cuarto piso cuando intentaba escapar de la policía, que fue a buscar a su familia debido a su situación irregular- vuelve a cuestionar la eficacia y la humanidad de la política antiinmigratoria francesa. "No puede tratarse a las personas como si fueran ratas", dice un representante de la Liga de los Derechos Humanos en la citada ciudad del norte de Francia.
Ayer, una manifestación silenciosa recorrió las calles de Amiens, encabezada por los padres de Iván -Andréi, de 33 años, de nacionalidad rusa, y Natalia, de 29, de origen checheno-. "El Gobierno no cesa de provocar dramas humanos sin resolver aquello contra lo que dice luchar", dice SOS Racismo. Para Brice Hortefeux, ministro de la Inmigración, la Integración y la Identidad Nacional, "la lucha contra la inmigración clandestina es una prioridad y lo será durante la presidencia francesa de la UE en 2008".
La caída de Iván fue fruto del pánico. Cuando el chaval se precipitó desde el balcón del apartamento en que vivía, la policía no había entrado en él. "Habían llegado poco después de las siete de la mañana y hablaban con los rusos a través de la puerta", explica Claudette, vecina de rellano. "Andréi decidió fugarse descolgándose agarrado a las tuberías de la fachada e Iván quiso seguirle", cuenta ese testimonio. Según su esposa Nadia, "la policía estuvo golpeando la puerta, cada vez más fuerte; luego hubo una pausa y poco después oímos cómo utilizaban una perforadora para hacer saltar la cerradura". Ése fue el momento en el que se concretó el drama. "Andréi quería pasar al balcón de los vecinos, pero estaba cerrado, y decidió entonces ir al del piso de abajo. Iván le siguió. Mientras, yo intentaba llamar al abogado, pero con los nervios me equivoqué dos veces al teclear el número".
El día antes del drama la familia rusa estaba citada por la policía judicial en Amiens pero no acudió a la convocatoria. "Durante el periodo estival, aprovechando que los niños no acuden a la escuela, se están multiplicando las expulsiones", ha denunciado Educación sin Fronteras. Otra asociación, la llamada Francia Tierra de Asilo, critica la obsesión por respetar objetivos cifrados: "Sabemos que el Gobierno tiene como objetivo 125.000 detenciones y 25.000 expulsiones hacia el país de origen". Para ellos esa necesidad de alcanzar un número determinado "pone a la policía bajo presión y hace que los errores sean inevitables".
Tanto el presidente, Nicolas Sarkozy, como el primer ministro, François Fillon, han prometido que "se hará toda la luz sobre lo sucedido". El problema es que nadie ha dicho que las gravísimas heridas de Iván sean fruto directo de una intervención policial violenta o desmesurada sino de la frágil situación legal de los inmigrantes. "Andréi pedía el asilo político. Su mujer es chechena y teme por ella y por su hijo si les envían de regreso a Moscú", cuenta la vecina.
La pareja y el niño habían llegado a Francia en 2004 y presentaron una demanda para poder regularizar su situación. Un tribunal la rechazó en 2006 y presentaron recurso. "Por eso no quise ir a la comisaría. Si hubiera ido sin papeles podían detenerme y expulsarme", explica Nadia, una mujer que habla un francés aceptable.
En lo que va de año, Francia lleva expulsados a 1.000 inmigrantes más que en 2006. La cantidad se considera importante desde el momento en que no incluye a los ciudadanos rumanos, ahora dentro de la UE y que en 2006 protagonizaron el 30% de las expulsiones.
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