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Entrevista:ITZIAR MÍNGUEZ ARNÁIZ | Escritora

"El desasosiego te ayuda a ordenar el caos"

Poesía narrativa que surge de las imágenes de la vida cotidiana es la propuesta literaria en que se ha embarcado Itziar Mínguez Arnáiz (Barakaldo, 1972). Su primer poemario, La vida me persigue, publicado por Renacimiento, despliega el relato de las últimas 24 horas en la vida de un hombre que ha decidido suicidarse. Con él ganó el pasado mes de enero la décima edición del Premio Surcos.

Guionista de televisión, vierte su propia inquietud vital, su "desasosiego", en las obras que escribe y aspira a "democratizar la poesía" acercándola a los nuevos lectores. El próximo mes de octubre publicará su segundo libro, Luz en ruinas, que recibió una mención del jurado en la última edición del premio Jaime Gil de Biedma de Segovia.

"De niña yo quería ser basurera, no poeta. Esa imagen de los hombres a medianoche colgados de la parte de atrás del camión me cautivaba"
"Intento democratizar la poesía, que la pueda leer quien no la haya leído nunca. Quiero que la gente lea poesía igual que lee una novela en el metro"

Pregunta. El título de su primer poemario rinde homenaje al Libro del desasosiego de Pessoa. ¿Es el desasosiego el motor de su poesía?

Respuesta. El desasosiego no es malo, aunque generalmente se asocia con algo negativo. Para mí es esa especie de cosquilleo permanente que tienes en el estómago y que te impide estarte quieta, que te hace sentir curiosidad por la vida. El desasosiego es no poder estar tranquilo con la vida que te ha tocado vivir, sino tener siempre la sensación de que algo va a cambiar y te va a hacer más feliz. Te ayuda a ordenar el caos.

P. A sus personajes les pesa el pasado. ¿Por qué?

R. A lo mejor tiene que ver con cómo soy, con la imposibilidad de ir descargando las cosas que nos pasan. Hay personas a las que les resulta muy sencillo ir dejando las cosas y tener la mochila vacía para llenarla de nuevo. A mí me resulta muy difícil. Reivindicar la memoria te ayuda a no cometer los mismos errores.

P. "Soy poeta porque soy impaciente, porque se me caen las líneas antes de terminarlas". ¿Ese verso es autobiográfico?

R. Sí, en ese caso sí. Todo lo que se escribe es autobiográfico, incluso aunque no te haya pasado . Y creo que eso es algo hermoso. Escribir sobre lo que eres es elevar a otra categoría lo cotidiano y lo fugaz. Escribir poesía es jugar con el tiempo, hacer juegos malabares con él, ir a contratiempo, no a contracorriente. Hacer que un segundo, un instante, un detalle, se conviertan en algo eterno. Y la impaciencia tiene mucho que ver con la poesía y con el desasosiego para mí. El desasosiego es ser impaciente, es querer ir hacia delante, como si hacerlo fuera un fin en sí mismo y no un medio para lograr algo.

P. ¿Por qué se fija tanto en imágenes grises y urbanas a la hora de escribir?

R. Será por la ciudad donde he nacido, donde casi todo es gris la mayor parte del año. Para mí la ciudad, el asfalto y la prisa tienen mucho que ver con lo que me interesa. Como el camión de la basura, que es la imagen clave de La vida me persigue. Cuando era niña yo quería ser basurera, no quería ser poeta. Esa imagen de los hombres a medianoche colgados de la parte de atrás del camión me cautivaba. Me quedaba mirándolos y pensaba: "yo quiero ser así". Es algo que marco mi infancia.

P. Su poesía es casi narrativa. ¿Dónde está la frontera entre los dos géneros?

R. Es difícil trazar las fronteras. Es difícil defender por qué esto que es una poesía tan poco convencional sea poesía y no prosa o relatos. Me gusta que mi poesía tenga algo de prosa y que la prosa tenga algo de esa realidad poética. Podrían ser relatos, pero imagino que no lo son porque el sentido del ritmo en la poesía lo tengo muy presente, la musicalidad y el partir las líneas, hacerlas caer antes de que lleguen al final de la hoja. Puede que sólo sea eso, pero el momento en el que decides partir esa frase por un sitio y no por otro ya estás dotándole de un ritmo.

P. ¿Este estilo puede ser más digerible para personas no demasiado aficionadas a la poesía?

R. Sí. Además, es un intento de democratizar la poesía, de hacer que la pueda leer cualquier persona que no haya leído poesía nunca. Lo que más me gusta de escribir así es que gente que no ha leído poesía se acerque a mi obra, pero se ha monopolizado la poesía como algo exquisito, elevado y al alcance de muy poca gente. Quiero que la gente lea poesía igual que lee una novela en el metro.

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