¿Portugal en Iberia?
El artículo ¿Portugal en Iberia? publicado en su periódico por Mário Soares, además de ponderado y políticamente correcto, pone en la pista (aunque de refilón) en un tema clave para entender las relaciones entre Portugal y España: que la identidad portuguesa se ha construido tanto por su expansión atlántica como por su confrontación con Castilla primero y con España después.
Los mitos fundacionales de esa identidad portuguesa tratan de olvidar que Alfonso Henriques configura su reinado en el marco de un imperio hispano, o que la tan preciada lengua portuguesa es en realidad lengua gallega, adoptada por tanto de otro reino hispano. Hispanos nos reconoce no sólo Correia, sino el mismísimo Camoens en Os Lusiadas. De ahí que en Portugal haya habido siempre, y hay aún hoy, importantes sectores políticos y económicos siempre sensibles a denunciar tentaciones anexionistas españolas tras determinadas operaciones empresariales; que recelan del abrazo del oso que pueda ocultarse en el interés de muchos españoles por la cultura musical o literaria portuguesa, o que incluso ven, en la prepotencia de unos turistas vociferantes que cada vez inundan más sus calles, rastros de imperialismo donde en realidad sólo existe mala educación.
Al menos desde Felipe IV, ya sea contra presupuestos progresistas de federalismo ibérico a lo Teófilo Braga o contra presupuestos conservadores peninsularistas a lo António Sardinha, siempre hay en Portugal guardianes de las esencias patrias dispuestos a denunciar la traición de los nuevos Vasconcelos y a entonar el "Espanha, não te movas"; aunque hay que reconocer también que casi siempre que ha habido ansias anexionistas han venido de nuestro lado, y que ello explica igualmente el poco entusiasmo de Salazar ante el Pacto Peninsular con el régimen de Franco. En todo caso, aún queda mucho para que una propuesta como la de Saramago pueda pasar, como decía Pessoa refiriéndose a la Coca-Cola, de extrañar a entrañar en el corazón de portugueses y españoles.