Gran hermano de la CIA

Los republicanos, con el presidente de Estados Unidos a la cabeza, han logrado sacar adelante una nueva ley con la cual se da una mayor laxitud a lo que podrán hacer los servicios de inteligencia en pro de la seguridad nacional. Este cheque en blanco abarca campos que afectan de una manera insoslayable a las libertades individuales; la CIA y otras agencias podrán pinchar teléfonos, leer e-mails, etcétera. Como es lógico, asociaciones en defensa de los derechos de los ciudadanos han protestado, y su preocupación no es para menos. Quisiera recordar que durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos encerró a la población de origen nipón en campos de detención, ya que ésta era una forma de garantizar la seguridad nacional. Estas nuevas palabras corren el peligro de ser tan mancilladas como la religión, en cuyo nombre el hombre ha llegado a hacer locuras.

Si bien es cierto que la lucha contra el terrorismo requiere de nuevos medios, el dejar vía libre al espionaje para que tenga pleno conocimiento de la vida personal de sus ciudadanos me resulta cuando menos preocupante; por ello habría que establecer un mayor tipo de garantía que la que puede ofrecer un solo individuo, el fiscal general. Crear una comisión asesora que autorizase o no las escuchas, me parecería oportuno, ya que si no quizá el remedio sea peor que la enfermedad.