El suspense del solitario
Televisión Española tiene un programa golfo, Hora cero, que a veces te depara sorpresas periodísticas de primera categoría, y una de ellas me aguardaba en la madrugada del sábado cuando encendí el televisor y apareció La Primera. Hubo un tiempo en que apretabas un botón y te aparecía La Primera, y apretabas y seguías con La Primera. Ahora, el televisor tiene tantas alternativas como sueños, pero La Primera sigue siendo la primera en salir. Ahora hay más riqueza -al menos de dial-, pero también hay otras costumbres, y una de ellas es la de que no nos corten los programas con publicidad, sobre todo si son informativos. Ya tuvimos el trauma de ver interrumpido el telediario con los anuncios que preceden a la información deportiva, pero nos hemos acostumbrado, y ya parecería raro que el telediario se hiciera todo seguido. Nos hemos acostumbrado a esa interrupción, pero no a todas las interrupciones, y éstas del sábado por la noche en Hora cero fueron abusivas, reiterativas y desde mi punto de vista innecesarias. Transmitían un muy buen programa sobre la vida y la detención del delincuente llamado El Solitario; pero lo interrumpían como se interrumpe Cine de barrio. El locutor, además, anunciaba esos cortes como explican en Dolce vita los pases a publicidad, de modo que la reiteración se fue haciendo cada vez más irritante. Es cierto que la historia de El Solitario está llena de recovecos sorprendentes, como una película de suspense, pero el televidente no tiene que vivir ese suspense con el alma en vilo.
Por la mañana estuve viendo en La 2 el partido que el Barça jugaba en Pekín. Durante minutos y minutos del partido ni los comentaristas ni el sobreimpreso contaba cómo iba el resultado. Y observé también que el periodista que retransmitía el encuentro ha devuelto a la vida aquella costumbre del viejo Matías Prats de saludar a jugadores que no estaban en el campo. "Puyol, que te mejores. Deco, felicidades por tu hijo". Matías daba el nombre y los dos apellidos. Sus continuadores son más sintéticos.
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