Hamilton no perdona
El británico aprovecha la sanción a Alonso, que acabó cuarto; resiste la presión de Raikkonen y logra su tercer triunfo
La sentencia de los comisarios le colocó en la primera posición de la parrilla de salida y Lewis Hamilton no perdonó. Puede cuestionarse si Fernando Alonso merecía la sanción de perder la pole position y salir sexto e incluso si el británico habría conseguido superarle si hubiera podido dar finalmente la vuelta rápida que su propio equipo le arrebató. Sin embargo, hay algo incuestionable: Hamilton no perdona. Ayer, en Hungaroring, volvió a demostrarse. Tiene calidad. Es un piloto consistente. Aprovechó la excelente oportunidad que otros pusieron en sus manos y realizó una carrera sin fisuras, sin errores, para acabar logrando su tercera victoria en el Mundial, tras las conseguidas en Canadá y Estados Unidos, que le asienta en el liderato del Mundial de fórmula 1.
El gran duelo entre el español y el inglés, que es líder con siete puntos de ventaja, se frustró en los despachos
Nadie pudo frenarle. Salió por el lado bueno, el izquierdo, el de las trazadas y la adherencia, y se fue disparado como un cohete, lanzado hacia la victoria. Ni siquiera Kimi Raikkonen, bragado en mil batallas con rivales de mucha más entidad teórica que el británico, consiguió amenazarle. El finlandés no contaba esta vez con el mejor coche. Su Ferrari no concede el equilibrio necesario entre la tracción y la aerodinámica en trazados sinuosos y lentos como el de Hungría y esa carencia le impidió luchar por la victoria. Sin embargo, Raikkonen presionó a Hamilton durante toda la carrera, fue el único que le plantó cara y acabó incluso alcanzándole, aunque nunca le pudo mostrar su rueda. Raikkonen acabó segundo, a poco más de siete décimas del británico, seguido del sólido alemán Nick Heidfeld, que consiguió el tercer podio para BMW Sauber.
La de Hungaroring fue una carrera insulsa. El gran duelo que todo el mundo esperaba se frustró en los despachos. Aquella salida terrorífica entre Alonso y Hamilton, con Heidfeld acechando desde la tercera posición en el lado bueno, que había concedido la cronometrada, no pudo producirse. Y en su lugar Alonso tuvo que presenciar, desde una zona rezagada, cómo su compañero de equipo ocupaba el liderato desde la primera curva, sin que ni Raikkonen ni nadie consiguiera inquietarle realmente.
El español sufría en el coche porque se daba cuenta de que sus posibilidades en el Mundial se estaban fundiendo. Había elegido la carrera de Hungría para recuperar el liderato y parecía en el camino de conseguirlo el sábado, cuando logró el mejor tiempo en la cronometrada. "Entonces todo apuntaba bien", comentó Alonso; "pero unas horas más tarde todo se había frustrado".
En Hungaroring no había coches capaces de competir con los McLaren Mercedes. Su superioridad era absoluta. Hamilton pudo demostrarlo, pero Alonso no. Salir desde la sexta posición fue un hándicap insalvable. El asturiano, de 26 años, intentó una salida suicida por el interior, pero fue cerrado por Kubica y vio incluso cómo Webber le superaba, tras una pasada de frenada. Realizó entonces dos adelantamientos impensables a ambos, a Webber y Kubica. Pero se encalló ante Ralf Schumacher. Y su carrera pudo incluso torcerse. La salvó su tesón y su calidad. Alonso nunca se rinde. Y eso le valió acabar cuarto, tras una carrera memorable, en vista de la situación, y salvar los muebles.
Hamilton recuperó el camino de la victoria y del podio: sólo en una carrera de las once que se han disputado se ha caído del cajón. Pero su ventaja en la clasificación aún no es insalvable. Alonso le concedió ayer cinco puntos y es segundo en la general, a siete. Raikkonen está a 20 del líder y Felipe Massa, metido siempre en el tráfico e incapaz de adelantar -acabó el 13º, tras salir el 14º por un error de su equipo el día previo-, está a 21. El Mundial no está decidido, pero cada vez está mejor encaminado para... Hamilton.
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