Jerry Hadley, tenor
Su amplio repertorio incluía a Mozart, Stravinski y Bernstein
Ha fallecido Jerry Hadley. Los recuerdos se amontonan. Algunos de su fase final delatan sus vacilaciones en óperas mozartianas; otros, la gran mayoría, muestran sus éxitos rotundos en roles tan complejos como el de Tom Rakewell de La carrera del libertino, de Stravinski, o Jimmy Mahoney de Ascensión y caída de la ciudad de Mahagonny, de Kurt Weill y Bertolt Brecht. Con ambos triunfó en el Festival de Salzburgo. Fue un tenor ligero, del que brillaba su energía, su vitalismo. No fue un perfeccionista, pero su talento teatral, su empuje, están fuera de dudas.
De padre granjero y ascendientes italianos e ingleses, nació en Princeton, Illinois, el 16 de junio de 1952, y se formó fundamentalmente en las universidades de Bradley e Illinois. Allí cantó en producciones estudiantiles papeles como Tamino, de La flauta mágica, o Tom Rakewell.
Su debú profesional fue en Sarasota con Martha, de Flotow. Beverly Sills le fichó con un contrato a 10 años vista para la New York City Opera de Nueva York. Allí cimentó su personalidad como cantante y como artista. Debutó en la Ópera de Viena en 1982 como Nemorino en El elixir de amor, de Donizetti, y en el Reino Unido, dentro del Festival de Glyndebourne, en 1983 como Idamante, de Idomeneo.
Sus éxitos se reprodujeron en los principales teatros de ópera del planeta, de La Scala de Milán al Metropolitan de Nueva York, del Covent Garden de Londres a la Ópera de San Francisco, del festival de Aix-en-Provence al de Salzburgo.
Se desenvolvió con talento en papeles fronterizos con el teatro musical o con el género lírico americano. En el Metropolitan, donde cantó una docena de años, estrenó como protagonista The Great Gatsby, de John Harbison. Leonard Bern-stein fue uno de los compositores que frecuentó con naturalidad, con Candide, como ópera fetiche.
Entre sus discos cabe señalar Show Boat, de Jerome Kern y Oscar Hammerstein, junto a Teresa Stratas y Frederica von Stade.
Acompañado al piano por su mujer Cheryll Drake, dio numerosos recitales. Los últimos años de su vida entró en un proceso de decadencia, con problemas familiares que le llevaron a la ruptura matrimonial y excesos en la bebida.
El recuerdo que prevalece de su trayectoria artística es el de un tenor alegre y desenfadado, comprometido a su manera con su tiempo y ardiente defensor de músicos como Stravinski o Bernstein. Su repertorio, en cualquier caso, fue amplio y en él ocupó siempre Mozart una plaza de honor.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.