"Pensemos Vitoria como centro de interés para ocho millones de personas"
Tras 16 años como concejal en la capital alavesa, Patxi Lazcoz (Pamplona, 1965) logró el pasado 16 de junio una de sus principales metas: ser alcalde de Vitoria. Nunca hasta entonces había tenido el PSE un primer edil en una ciudad que se debate entre el tópico provinciano, su voluntad de ser reconocida de facto como capital vasca y la realidad de un entramado urbano que se ha quintuplicado en los últimos 50 años. Lazcoz se enfrenta a una ciudad de 250.000 habitantes sita en una posición estratégica "que en pocos años tendrá a más de ocho millones de personas a menos de dos horas en tren".
"Al final, el PP terminará por participar en las cuestiones claves de la ciudad, aunque sea desde una postura crítica"
"En las grandes decisiones estratégicas, las que vayan a tener una mayor trascendencia social, el consenso es fundamental"
Pregunta. ¿Qué se siente al ser el primer alcalde socialista en 30 años de democracia en Vitoria?
Respuesta. En primer lugar, un honor, pero también un orgullo por la responsabilidad de un cargo al que accedo en un momento en que Vitoria quiere un cambio, porque te van a mirar con lupa, de manera especial. Una de las claves del resultado electoral se puede rastrear en que se pedía una renovación en el Ayuntamiento y ha habido quien ha depositado el voto a los socialistas con esa intención. Soy consciente de que no todo el mundo que ha votado al PSE era votante nuestro.
P. ¿Qué ciudad se encuentra?
R. Sin duda, con una de la ciudades con mejor calidad de vida de España. Y eso es fruto de los aciertos de José Ángel Cuerda y Alfonso Alonso. Nosotros nos sentimos corresponsables, ya que participamos en el equipo de gobierno de Cuerda y hemos respaldado los presupuestos del PP. Ha habido errores, claro, pero ahora toca mirar hacia delante.
P. ¿Cuál es su idea de ciudad?
R. Siempre voy con un plano de Vitoria.
[Despliega de hecho un mapa de la ciudad y comienza a explicarse] Para mucha gente, Vitoria es la zona del Ensanche y, como mucho, le suman el Casco Viejo porque es muy bonito. Para mí, Vitoria es mucho más. Es una gran masa urbana con dos columnas vertebrales: el actual espacio ferroviario, que la cruza de Oeste a Este y que va a quedar soterrado, y un trazado en arco, que conecta el bosque de Armentia con Salburua. En estos ejes, los protagonistas son todos los barrios y, a su alrededor, se tienen que volcar los grandes proyectos, con esos referentes naturales que son Armentia y los humedales de Salburua. Pero, sobre todo, Vitoria se va a encontrar en pocos años con la posibilidad de que más de ocho millones de personas puedan llegar en menos de dos horas en transporte público. Hay que dejar de pensar en la ciudad autárquica o en que la vida gira alrededor de cuatro calles del Ensanche. Hay que considerarla como centro de interés para ocho millones de personas.
P. De momento, su antecesor, Alfonso Alonso, no le ha dado tregua y ya ha criticado su propuesta de auditorio, aunque aún no esté definida.
R. No me sorprende. A nadie se le puede antojar que sea fácil pasar del gobierno a la oposición. Forma parte del paisaje político. De todos modos, cuando Alonso llegó a la alcaldía tenía bastante menos experiencia que yo en la labor municipal y eso se ha notado y se nota. Al final, el PP terminará por participar en las cuestiones claves de la ciudad, aunque sea desde una postura crítica.
P. Usted apuesta por el consenso como herramienta básica.
R. Es una prioridad total. En las grandes decisiones estratégicas, las que vayan a tener una mayor trascendencia social, con un recorrido de medio y largo plazo, el consenso es fundamental. Más que nada, porque lo que uno empieza, quizás lo termine otro alcalde. Lo importante es la ciudad, no la necesidad mediática de cortar cintas inaugurales .
P. Sorprendió la calidez con que recibió la llegada del nacionalista Xabier Agirre a la Diputación de Álava, tras la amarga derrota de su compañero Juan Carlos Prieto.
R. Me hubiese gustado darle la enhorabuena a un diputado general socialista, pero se ha jugado en buena lid por ese puesto y no ha salido. Como representante institucional no puedo trasladar mi tristeza como socialista y debo felicitar al nuevo diputado general.
P. No le viene mal esta situación para su trabajo.
R. Si se hace la valoración matemática, entre el PSE y el PNV en ambas instituciones, lo cierto es que se pueden encontrar puntos de encuentro razonables. Pero aquí hay más interlocutores políticos. Otra cosa es que haya coyunturas en las que los encuentros y los entendimientos con determinada fuerza sean difíciles, pero no hay que cerrar ninguna puerta.
P. Quizá Prieto se cerró puertas en su estrategia.
R. Txarli actuó, como secretario general [del PSE alavés], con la absoluta complicidad de toda la dirección del partido. No cerramos ninguna puerta, pero nos encontramos con quien no abrió su casa.
P. Su mandato llega rodeado de algunos pleitos judiciales en el ámbito urbanístico.
R. Cuando recibes una herencia, tratas de arreglar las cosas que no son beneficiosas, pero sin más problemas. Cuento con un consenso político que respalda mi postura, ya que fueron decisiones que tomó el PP, con nueve concejales, en contra del resto del pleno [otros 18 ediles]. No es razonable hacer un aparcamiento en la estación de Renfe a cuatro días del soterramiento del ferrocarril, por ejemplo, y en contra de los técnicos municipales. Son decisiones que se tomaron por si acaso venía otro gobierno al Ayuntamiento de Vitoria.
P. Entre sus tareas pendientes se encuentra, más allá del famoso palacio de congresos, el soterramiento del ferrocarril.
R. En este Ayuntamiento se ha tenido la costumbre de hablar de los proyectos desde el germen de la idea y continuar semana tras semana sin aportar apenas novedades. Y la gente se aburre y se crea la sensación de que nunca se termina de hacer nada. Esto hay que cambiarlo: hablar mucho menos y sólo presentar proyectos acabados.
P. Es decir, que no adelanta ninguno de los proyectos estrella de su programa electoral, basados en el deporte y recuperar los viejos barrios del Ensanche.
R. Estamos trabajando al más alto nivel. No digo más.
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