Mazarine descongela un crimen
La polémica acompaña la novela de la hija de François Mitterrand por inspirarse en el asesinato de unos bebés hallados en una nevera
Mazarine Pingeot, hija de la relación extramatrimonial que el presidente socialista François Mitterrand mantuviera con Anne Pingeot, conservadora del museo d'Orsay, es novelista. Y su nuevo libro -Le cimetière des poupées (El cementerio de muñecas)-, que no saldrá a la calle hasta el 22 de agosto, ya es objeto de polémica, escándalo y, quizá, de querella judicial. ¿Por qué? Sencillamente, porque su historia parece inspirada en un caso real, en la tragedia protagonizada por el matrimonio Courjault, Véronique y Jean-Louis, que vivía y trabajaba en Seúl hasta el día en que la policía coreana descubrió que en el congelador del domicilio de aquellos discretos franceses había dos bebés congelados.
"Está ahí, al lado, al alcance, en un sitio ideal y frío, entre las tartas y las verduras, junto a las hamburguesas y los platos preparados", escribe en su última página Mazarine Pingeot. Y quien está ahí es el bebé que la protagonista -es una novela escrita en primera persona- confiesa haber enterrado en el congelador. "Lo que me interesa es el razonamiento que lleva al infanticidio, las causas que han convertido a esa madre en asesina de su hijo. El caso Courjault no tiene nada que ver con el libro. Mi novela no tiene nada de histórico o periodístico. No es un documental", dice la escritora.
En el pueblo de los Courjault la madre de Jean-Louis organiza la protesta, y lo hace con la ayuda de su vecina Marie-Françoise Canal. "Es un asunto pendiente de juicio. Antes de publicar el libro me parece que hubiera debido esperarse la decisión de la justicia", afirma. Según ella y unos 200 firmantes del pueblo de Chinon, la novela puede influir en la decisión del tribunal, y por eso la estiman inoportuna. "Esa joven, Mazarine, durante años se benefició de la discreción de los demás para crecer en paz. Ahora era su oportunidad para demostrarse discreta".
Geneviève Courjault escribió al editor para reclamarle que retrasase la publicación y trasladase su súplica a la hija de Mitterrand. Pero ésta no ve por qué debería retrasar la salida hasta mediados de 2008, cuando el juicio debiera acabar. "El de Véronique Courjault no es ni el primer ni el último infanticidio de la historia", declara Mazarine Pingeot. "Las similitudes entre lo que cuento y el caso judicial son aparentes. Sé demasiado bien lo que supone saquear la vida privada de las personas para exponerla a los ojos de todos como para prestarme a ese juego". El editor mantiene otro punto de vista: "Un escritor tiene derecho a apoderarse de cualquier acontecimiento, y a utilizarlo para profundizar en los misterios del alma humana".
La abogada de la familia Courjault ha precisado que "mis clientes no tienen el menor propósito de presentar una querella contra un libro del que desconocemos el contenido y al que no queremos hacer publicidad". Pero la publicidad ya está hecha. La radio, la televisión y la prensa se han hecho eco del litigio. Para conocer la verdad y poder juzgar con criterio hay que esperar hasta el 22 de agosto, momento en que la confesión desesperada imaginada por Pingeot -el libro es una carta de la esposa encarcelada a su marido- podrá ser leída por todos y descubrir si esa mujer se parece o no a madame Courjault, una mujer tan secreta y que mantenía una relación tan extraña con su familia y esposo que, no sólo logró matar y congelar a los dos recién nacidos, sino que además supo mantener ocultos dos embarazos. En la novela, el personaje escribe en las paredes: "Perra, marrana, puta, estúpida, vaca burra, podrida, para recordarme quien soy".
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