Malditas calandras
>Leo un titular según el cual los bienes de equipo podrían sustituir como alternativa inversora al ladrillo. Me adentro en el artículo para averiguar qué rayos son los "bienes de equipo", pero el autor da por supuesto que todo el mundo sabe de qué habla y no lo explica. La expresión "bienes de equipo" me acompaña el resto del día, como cuando se te mete en la cabeza una melodía idiota. Ceno con unos amigos veraneantes y en el segundo plato dejo caer que la gente invierte mucho en bienes de equipo, a ver qué pasa. Pero no pasa nada. No se han dado cuenta del cambio de tendencia bursátil. Allá ellos.
De vuelta a casa doy en Internet con una página donde venden, entre otros, los siguientes bienes de equipo: amasadoras, agitadores, básculas, balanzas, batidoras, calandras, centrífugas, dispersores, estufas, filtros, pulmones (de acero, supongo), tamizadoras, y así de forma sucesiva. Decido, por mero olfato de escritor, invertir imaginariamente en calandras y ordeno una compra ficticia de 20.000. Luego voy al diccionario para ver qué he adquirido y resulta que la calandra es la rejilla del radiador del coche. A ver qué hago ahora con 20.000 calandras imaginarias dentro de la cabeza. Casi habría preferido que se me metiera una melodía idiota.
PARTICIPE. Puede escribir a Juan José Millás en cerbatanamillas@elpais.es
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