El paraíso del Skate
Impulsarse.
Hacer de la tabla una extensión del cuerpo. Impulsarse con estilo, girando suavemente el dorso, sacando el culito y flexionando las rodillas como quien ve algo en el suelo que desea levantar. Mostrar seguridad, sacar el pie y remar. ¡Con estilo, coño! ¡Con estilo! ¡Tiesos los semáforos!
Ahí está el inglés, el canadiense, el danés, al argentino, el brasileño, el norteamericano, el francés, el italiano, el español, el nativo y el extranjero, el aprendiz y el experto, el cauteloso y el osado, el que patina y al que se le patina. Vienen de todas partes del mundo, porque se corrió la voz y lo han leído en las revistas especializadas que patinar en la plaza del Macba es el paraíso del skate.
Moverse. Sentir el viento y no pensar en nada. En nada.
Chavales que saben apreciar las características de ese suelo que permite rebotar la tabla; apreciados son también los bordes que dejan deslizarse y sentir la altura para luego caer sin que la patineta se escape y, si lo hace, volverla a coger y domarla, porque en este deporte no hay suerte, sólo destreza.
Moverse.
Rotar en 180 o 360 grados, aunque al principio cueste trabajo. Mantenerse en movimiento, ya sea para atrás o para adelante, pues como pocas cosas en la vida, según la dirección de la patineta se puede estar en la nariz o en la cola. Avanzar es retroceder y retroceder es avanzar. ¡Moverse, coño! ¡Moverse! ¡Quietos los monumentos!
Observar a los demás e intentar los trucos conocidos: el ollie, los flips, el shove-it, no-complye. Si salen bien, tomarse la foto y sacarse el vídeo para subirlo al You Tube, que vea la banda qué bien se patina en Barcelona. Tener la prueba de haber estado ahí, en la famosa plaza del Macba, la que sale en el vídeo Street of Barcelona, la que visitan los grandes de este deporte: Rubén García, Josh Kalis, Mark Appleyard, William Phan, Danny Cerezini. La que impone la moda para skaters en bambas, tablas, ruedas y T-Shirts. La que tiene su propio ruido que hace a toda hora: ¡clak! ¡clak!
Sentir el viento.
Concentrarse en la tabla, en el solo acto del skate y desprenderse del estrés. "To skate Macba", dicen los de afuera y no "To skate in Macba", así, en posesivo, porque de eso se trata, de poseerla y gozarla todita por horas enteras, y al final, sentir el viento que seca el sudor, que enfría el pecho, las axilas y cada poro de la piel.
Terminar la jornada y desear que venga el otro día para regresar e impulsarse. Moverse. Sentir el viento y no pensar en nada. En nada.
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