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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Aclaraciones a Ferlosio

Fernando Savater

Oídos que fueron los obispos, los nuevos rojos, los padres objetores y todos los tertulianos, llega la opinión de Rafael Sánchez Ferlosio sobre la "educación para la ciudadanía". Como tiene querencia por la originalidad, sigue el dictamen del doctor Johnson: mientras los demás nos empeñamos en ordeñar a las vacas, él prefiere comenzar ordeñando al toro. Ya que se refiere a un par de opiniones mías, que finge no entender, se las aclaro muy gustoso. Sobre ¿Ciudadanos o feligreses?: no los opongo en términos absolutos, pues ya sé que muchos feligreses son excelentes ciudadanos; pero indico que no son equivalentes, pues no entra en las obligaciones del ciudadano ser feligrés de nada ni de nadie. Y no se forman buenos ciudadanos por las mismas vías que se conforman piadosos feligreses. Ítem más: me parece obsoleta la contraposición entre educación e instrucción, en la que insiste Ferlosio. La instrucción en saberes objetivos -que naturalmente nunca carecen por completo de "orientaciones prácticas y juicios de valor", salvo que Habermas haya escrito en vano Conocimiento e interés- es parte indispensable de la educación, pero no la agota, ni mucho menos la sustituye. No cabe una "zoología educativa" basada en clasificar los animales en dañinos o benéficos (nociones por otro lado nada descartables en microbiología), pero forma parte de la educación saber que es benéfico aprender zoología del modo más preciso e "impersonal" posible. Por cierto, el término "impersonal" es de difícil uso imperativo: resulta tan imposible obedecer a quien nos dice que hay que ser impersonales como a quien nos impone ser espontáneos...

Por lo demás, vivo en tormentosa paz con mi entendimiento defendiendo la necesidad de educar para la ciudadanía porque creo que la ilustración no va contra la cultura vigente -siempre se educa desde ella, no hay otra-, sino contra la rutinaria obediencia que ni pregunta, ni comprende, ni imagina alternativas. Es decir, que no propongo ordeñar toros para curarnos de la afición utilitaria a ordeñar vacas, sino que me gustaría preparar a los jóvenes para que se resistieran al ordeño y mando.

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