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Reportaje:Personaje

La venganza de los perros

Seis años de cárcel penden sobre Michael Vick, estrella de los Falcons de Atlanta, implicado en peleas de canes y acusado de matar a ocho

Los grandes deportes profesionales estadounidenses están en plena cascada de escándalos. La NBA tiene un árbitro corrupto, Tim Donaghy. En el béisbol, Barry Bonds es más noticia por sus implicaciones de dopaje que por estar a punto de igualar y superar el récord histórico de home-runs. Pero lo del fútbol americano, donde el dopaje y la violencia de muchos de sus practicantes se traslada fuera de los campos, es aún más insólito: está desestabilizado por perros. Michael Vick, el quarterback, cerebro y director de juego de los Falcons de Atlanta, se declaró inocente el pasado jueves en Richmond (Virginia) de organizar y participar en peleas ilegales de canes, e incluso de matar a ocho que ya no le servían por sus heridas. Seis años de cárcel y 350.000 dólares de multa (unos 260.000 euros) penden sobre su cabeza.

El 25 de abril la policía allanó una casa del jugador en Smithfield, al sur de Washington, y se encontró con un escenario terrible. Había 66 perros, 55 de ellos pitbulls, desnutridos y con señales de haber intervenido en peleas prohibidas. El 7 de junio y el 6 de julio se produjeron otras dos intervenciones policiales en las propiedades de Vick y, aunque el jugador trató de desmarcarse echando la culpa a familiares y empleados, había suficientes indicios de su implicación. Un jurado federal le procesó el pasado día 17 y el juez Henry Hudson, tras una comparecencia el jueves de apenas media hora, citó a Vick para el juicio de dos semanas, que comenzará el 26 de noviembre. Entretanto le retiró el pasaporte, le prohibió alejarse de su lugar de residencia sin permiso y tener cualquier "relación" con animales. Al no declararse culpable junto a otros tres acusados en el caso, la fiscalía anunció que presentará más cargos. Un peligro aún mayor para Vick es que sus compañeros de banquillo testifiquen ahora contra él a cambio de reducir las penas.

Fuera del juzgado, un buen número de personas le abuchearon con pancartas alusivas al maltrato de animales. En las mismas escaleras, Billy Martin, antiguo defensor de Allen Iverson o Monica Lewinsky, entre otros, presentaba a cuatro colegas más que trabajarán para el acaudalado Vick. Martin también leyó un comunicado del jugador clamando por su inocencia y pidiendo perdón a su madre "por los malos días que está pasando". Al día siguiente, la mala imagen del jugador llevó a Nike a cancelarle un lucrativo contrato. Por su parte, Reebock retiró del mercado sus camisetas con el número 7.

El comisionado de la NFL tuvo que intervenir tres días antes de la comparencia de Vick en el juzgado para lavar la cara de su casa, habitualmente manchada por jóvenes con mucho dinero, escasa formación y excesivos vicios. No es raro que los jugadores de la Liga terminen detenidos por broncas de discotecas, borrachos, o en posesión de drogas..., aparte de las que pueden usar como anabolizantes para mejorar su musculatura. Roger Goodell, en aplicación del Código de Conducta Personal que ha puesto en marcha, prohibió a Vick incorporarse a los entrenamientos oficiales del equipo. No parece el mejor momento para el deporte y hasta que no se depuren las responsabilidades se acabaron para el mariscal Vick el casco, las hombreras y el resto de protecciones. El dueño de los Falcons, Arthur Blank, no tuvo más remedio que aceptar la casi segura pérdida de su jugador estrella, que deja a su equipo sin aspiraciones para la temporada. No sólo debió acatar la decisión de Goodell, sino su petición de esperar a aplicar sanciones hasta que complete su investigación interna. La temporada regular empieza el 9 de septiembre, pero parece el principio del fin para Vick.

Blank, un enamorado de los animales, para completar la ironía, apostaba por la calidad de Vick para llevar a su equipo incluso hasta la Superbowl. Pero todo indica que los Falcons se despiden del jugador con mejores piernas para correr y no sólo para lanzar pases, un punto de calidad más que la mayoría de sus colegas en el puesto eje del fútbol americano. Vick también ha ido demasiado lejos en sus procelosas aficiones. El mismo año 2001 en que era elegido con el número uno en el draft, como el mejor jugador universitario, empezaba su carrera de promotor de peleas de perros. "Sólo la idea de que ha podido hacer eso es incomprensible para mí", señaló un apesadumbrado e impotente Blank. Aun así, el dueño de los Falcons pidió la comprensión de los aficionados y la presunción de inocencia.

Michael Vick, a su llegada al juzgado el pasado jueves.
Michael Vick, a su llegada al juzgado el pasado jueves.ASSOCIATED PRESS

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