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Reportaje:El cambio del PSM

Una 'patata caliente' para el estreno de la nueva ejecutiva

Tomás Gómez quiere diálogo para solucionar la profunda crisis causada por cuatro ediles díscolos en Leganés

Es la primera patata caliente para la nueva dirección del PSM. Así lo demuestra el hecho de que la crisis de los socialistas de Leganés sea uno de los puntos a tratar mañana en la primera reunión de la ejecutiva regional, que ha anunciado que hará frente al problema "con optimismo" y voluntad "de escuchar a las partes". La receta del nuevo secretario general, Tomás Gómez, para resolver la situación creada por la espantada de cuatro ediles guerristas es "diálogo". Quiere "hablar con todos", manifestó a este periódico.

Durante esa primera reunión, el secretario de Política Municipal, Manuel Robles, informará sobre la delicada situación generada en Leganés tras la decisión de cuatro ediles, a los que el alcalde no dio concejalías retribuidas, de ausentarse del primer pleno tras la moción de censura que aupó a Rafael Gómez Montoya a la alcaldía y acabó con 23 días de gobierno del PP en el municipio.

Los sillones vacíos de Santiago Llorente, Laura Oliva, María José Banegas y Juan Antonio González en el pleno escenificaron el martes pasado la división existente en el socialismo de Leganés y obligaron al alcalde a suspender la sesión.

El particular toque de atención de los cuatro concejales, que adujeron "motivos personales" para justificar su ausencia, dejaba al descubierto las diferencias generadas tras la designación de Gómez Montoya como candidato a las elecciones municipales. Entonces, un sector del partido, entre ellos los cuatro ediles díscolos, exigió la celebración de primarias y presentó un candidato alternativo, Luciano Represa. Las primarias nunca se celebraron y el resultado de las elecciones no sirvió para tranquilizar la situación. La victoria del PP, que obtuvo 12 concejales, por 11 del PSOE, dejaba el Gobierno en manos de un acuerdo con IU, que logró tres ediles. Pero el acuerdo no llegó tras tensas negociaciones y el PP se hizo con la alcaldía de la ciudad. Sería sólo por 23 días. Los que tardó en fraguarse el acercamiento, forzado por las direcciones regionales de los dos partidos de izquierda y aprobarse la moción de censura que les devolvía el Gobierno de Leganés.

Pero ni siquiera el "consenso" demostrado por los socialistas durante la moción de censura amainó la marejada. Apenas cinco días después del pleno que llevó a Gómez Montoya a la alcaldía, se produjo un nuevo desencuentro en la negociación de los cargos.

En una reunión el 13 de julio, el alcalde ofreció a los ediles críticos cuatro concejalías -Sostenibilidad, Salud y Consumo, Seguridad Ciudadana y Desarrollo Local- y se reservó la posibilidad de "supervisar" la elección de los cargos de libre designación. El sector crítico lo entendió como una "maniobra" para vetar al que fuera secretario de organización de la agrupación socialista, Luis Martín Sierra. Finalmente no se llegó a acuerdo y los cuatro ediles se quedaron sin delegación.

Días después, la ausencia de estos ediles desató la crisis. Tras un amago de mediación, con convocatoria y desconvocatoria de reunión incluidas, la gestora que dirigió hasta este fin de semana a los socialistas madrileños daba traslado de la situación a la Ejecutiva Federal del PSOE. Esta decidía abrir un expediente a los ediles, quienes, para echar más leña al fuego, anunciaron que no tienen intención de abandonar sus actas de concejal aunque sean expulsados del partido.

El alcalde de Leganés, Rafael Gómez Montoya (izquierda), y el concejal socialista Santiago Llorente.
El alcalde de Leganés, Rafael Gómez Montoya (izquierda), y el concejal socialista Santiago Llorente.

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