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Schnabel "completa" sus obras en un diálogo con la antigua Tabacalera de San Sebastián

El pintor neoyorkino expone 70 trabajos que recorren su trayectoria desde los años ochenta

Julian Schnabel es "un pintor con una extraordinaria comprensión de la arquitectura y el diseño", que "busca la calidad emocional de los espacios". Es un artista que "utiliza lugares extraordinarios e insólitos para instalar y completar el significado de sus cuadros", explica Max Hollein, director de la Schirn Kunsthalle en Frankfurt. Por eso, el antiguo edificio de Tabacalera de San Sebastián le parece "uno de los mejores espacios del mundo para mostrar arte contemporáneo", según afirmó ayer el propio Schnabel al presentar las 70 obras que expondrá en él hasta el 21 de octubre.

Schnabel (Brooklyn, Nueva York, 1951) es un artista polifacético al que le gusta investigar con los materiales, los lenguajes, los formatos... Aunque siempre desde su visión de pintor. "Me considero un pintor incluso cuando esculpo", asegura. La variedad de registros de su trabajo se puede comprobar ahora en Tabacalera, donde la exposición Summer recorre su trayectoria desde los años ochenta hasta la actualidad. Y lo hace a través de 70 pinturas y esculturas de gran formato que dialogan con la vieja fábrica de tabaco y que conforman la muestra "más grande" que ha montado en su vida.

El creador neoyorkino, que combina la pintura y el cine, está casado con la donostiarra Olatz López Garmendia. Hace un año visitó Tabacalera, que aún conserva su carácter industrial y el peso de la historia. Se quedó impactado con el edificio, llamado a convertirse en Centro Internacional de Cultura Contemporánea. Schnabel propuso entonces a su director, Joxean Muñoz, organizar una exposición colectiva con artistas de su generación. Pero Muñoz aprovechó la ocasión para invitarle a que fuera el protagonista único de la muestra.

Aceptó. No en vano, Schnabel entiende "los conceptos de exposición y contexto espacial como una parte siempre diversa pero esencial de la evolución sin fin de una obra de arte", escribe Hollein en el catálogo editado con motivo de Summer. En Tabacalera dice haber encontrado uno de los mejores espacios para mostrar su trabajo. Le encantan las paredes, con un blanco manchado por el paso del tiempo o vestidas con azulejos. Pero sobre todo le maravilla la luz natural que entra por los luceros y ventanas. La ha tenido muy en cuenta a la hora de distribuir sus obras por 20 salas de la planta baja del inmueble. No quiere ni oír hablar de focos sobre sus cuadros. Así que insta a los responsables del edificio a no llevar a cabo una intervención arquitectónica excesiva que acabe con su "identidad".

Con esta exposición, el artista toma el relevo a los proyectos que ha realizado en otros edificios singulares, como el Cuartel del Carmen de Sevilla o el Pala-zzo Venezia de Roma. "Le gusta el efecto cambiante, la interpretación que la arquitectura puede otorgar a un cuadro, la conjunción entre el cuadro y su entorno", insiste Hollein.

Subconsciente

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Summer propone al visitante un recorrido que arranca con un retrato "al estilo Zuloaga" que el pintor realizó a sus dos hijas hace una década. Otros cuadros no tienen imágenes, son más bien "paisajes interiores". Porque Schnabel cree que, "a veces, la conciencia es un insulto" y es preciso "abrirse para dejar entrar a nuestro subconsciente", comenta con los periodistas mientras visita la exposición. Una visita en la que no se separa de una bolsa verde de rafia con una virgen estampada.

La muestra, con obras de colecciones privadas y del propio artista, se detiene en las pinturas con platos que Schnabel creó tras visitar a finales de los setenta Barcelona. Allí se interesó mucho por el trabajo del arquitecto Antonio Gaudí. Con esos cuadros quería "romper la superficie de la pintura". Y le llamaba la atención "la disonancia entre el brillo de los platos y las otras partes de la tela".

A Schnabel le atrae reutilizar materiales, como lonas verdes del ejército. O convierte sus cuadros en declaraciones de amor, como las dirigidas a su esposa. Y a la hora de esculpir encuentra objetos que le pueden llegar a parecer "más hermosos" que las esculturas en sí. Por eso también los expone, como se puede ver en Summer.

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