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Reportaje:MÚSICA

"Ahora me cuido, ya no habrá fiestas tras los conciertos"

Alejandro Sanz volverá al directo el 4 de agosto en Santiago

Diego A. Manrique

La voz de Alejandro Sanz llega lejana, con retardo. "Estoy en un país suramericano ocupándome de mí mismo. Curándome, en una palabra". En mayo, tras 20 conciertos, el cantante interrumpió su gira mundial, por lo que se diagnosticó como estrés. "Me sentía cansado, sin ganas de comunicarme con los demás. Hasta que, durante un show en México, casi me desmayé, me faltaba el aire. Un yuyu que me asustó, nunca me había pasado". Sanz, ya recuperado, vuelve al directo. El 4 de agosto iniciará en Santiago de Compostela su amplia gira por España (www.alejandrosanz.com).

El cantante se ríe: "Yo pensaba que estaba a salvo de las enfermedades modernas. Como buen español, no consideraba las dolencias psíquicas como algo serio, despreciaba la conexión entre lo mental y lo físico". Sin ser muy específico, aclara que está dedicando 12 horas del día a la terapia. Eso incluye desde hacer deporte a charlas con psicólogos. "Se trata de meterte dentro, de realizar un trabajo con lo que aquí llaman 'defectos de carácter'. También leo libros para la introspección, como El hombre en busca de sentido, de Víctor E. Frankl, psiquiatra que sufrió los campos de concentración".

"Cuando quiero ahuyentar fantasmas, vuelvo a la música clásica, a compositores de cabecera como Rachmaninov"

Sanz insiste en que su "agotamiento psíquico" no tenía tanto que ver con los rigores de la gira como con "la carga de lo anterior", refiriéndose al descubrimiento del hijo nacido tras una relación extramatrimonial, la separación de su esposa, un supuesto intento de chantaje de su mayordomo. Esa cadena de circunstancias le colocó en el punto de mira de la prensa rosa. "Te meten en un circo mediático donde la gente quiere ser juez, fiscal y testigo. Pero nunca he dejado que esa tropa me manipule".

Pasado el vendaval, Sanz conserva sus planteamientos vitales: "Soy muy confiado y no quiero cambiar. Si alguien desea traicionarme, que lo haga; no puedo ir por la vida dudando de todo el mundo. Confío en las personas". El directo le proporciona satisfacciones: "Llevo una de las mejores bandas del mundo, 13 personas, una combinación de españoles y nuyoricans [neoyorquinos de origen puertorriqueño] en onda funky. También hay un elemento rapero que funciona".

El rap es el nuevo lenguaje universal, reflexiona. "Estaba en el estadio del River, en Buenos Aires, y me avisaron de que era un recinto muy frío. Pero aquello funcionó, los argentinos son muy golfos. Si disfrutas tocando, comunicas con el personal". En su último disco, Alejandro contó con Calle 13, extraordinaria pareja de Puerto Rico que dignifica el reggaeton. Ellos también colaboran con La Mala Rodríguez y Alejandro terminó por tragarse las críticas que había lanzado a la rapera sevillana: "Vino a verme y me conquistó. Creo que yo me negaba a reconocer la originalidad de su escritura".

Frente a referencias tan calientes, puede chocar la música que Alejandro Sanz escucha en la intimidad. Anda obsesionado por Ten new songs. "Leonard Cohen te crea un espacio de tranquilidad", dice. Pero, cuando quiero ahuyentar fantasmas, vuelvo a la música clásica, a compositores de cabecera como Rachmaninov. Y me cuido. Ya no habrá fiestas tras los conciertos".

La música también ayuda a curar, insiste. "He pedido a Rosa [Lagarrigue, manager] que me busque más actuaciones. Recuperaremos la gira de Estados Unidos. Me apetece recorrer aquel país. Los espectadores se portaron, no devolvieron las entradas".

¿Otros placeres? "Tengo una finquita en Extremadura, 40 hectáreas de bosque de roble, con un huerto que me da los mejores tomates del mundo. Pero mi base sigue siendo Miami, me han construido un estudio en la casa, a mi medida. Lo he bautizado como Estudio El Coraje. Todos necesitamos un poco de eso".

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