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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Chirac, ante el juez

Nunca anteriormente un ex presidente de la República Francesa había comparecido ante un juez para responder por un caso potencialmente justiciable. Jacques Chirac, presidente entre 1995 y junio pasado, periodo durante el cual gozaba como jefe del Estado de inmunidad judicial, ha sido el primero. El jueves pasado, el ex líder conservador respondía durante cuatro horas en su despacho particular a las preguntas del juez por un asunto de empleos ficticios de la alcaldía de París, que dirigió Chirac entre 1977 y 1995, cuyos salarios revertían a las arcas del partido o los bolsillos de algunos de sus miembros. Su ex primer ministro Alain Juppé fue condenado en 2004 por ese caso a 14 meses de prisión, en suspenso, y 10 años de inhabilitación política, que el presidente redujo a uno.

El ex presidente, interrogado como testigo asistido, lo que queda a medio camino entre testigo común y procesado, adoptaba una defensa adelantada. No intentó negar que esos manejos se producían, pero sí que fueran sistemáticos; que sólo en 1995 -después de los más graves hechos que se investigan- se aprobó una ley definitiva para regular la financiación de la vida política y, en líneas generales, que nunca hizo nada que no fuera práctica habitual en ese tiempo. Sobre una carta con su firma en la que pedía un aumento en la nómina de la alcaldía para una secretaria que, en realidad, trabajaba para el partido, mientras él era presidente del RPR, Chirac aducía que firmaba lo que le pasaban a la firma, y que nunca supervisó al detalle la vida de la formación política.

Lo que debe determinarse es si debe pagar un ex presidente por un estado de cosas que ha sido moneda corriente durante décadas, pero sin discutir que alguna responsabilidad cabía al proto-encausado; en otras palabras, si la justicia ha de ser tan ciega que no tenga en cuenta circunstancias que cabe considerar atenuantes, y más habiendo ocurrido esos hechos antes de 1995, cuando, sostiene la defensa, se pusieron las cosas claras en lo que respecta a los dineros de la política. Nadie puede estar por encima de la ley, pero eso no significa que no deba interpretarse en lugar de ser aplicada como un díctum inequívoco. Hay tres casos más por los que Chirac podría ser llamado a declarar, sin olvidar que tampoco el actual está cerrado. ¿Es ese calvario suficiente para un ex jefe del Estado?

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