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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un héroe en busca de su hogar

J. Ernesto Ayala-Dip

Si en El Cantar de Gamyl, el anterior libro de Javier Pascual (Madrid, 1966), se recurría al ardid del texto oído por casualidad en una plaza, en su nueva novela, Periplo y derrotas del chancro de Azamor, la excusa es un manuscrito en poder de una familia que es puesto "en circulación" en 1954 por un integrante de la misma, un profesor de la Universidad Central de Venezuela. Una convención libresca de reconocida tradición que carga las tintas sobre la ficcionalidad de la propuesta. "Yo soy Ismael Adibe, el último de una larga y antigua familia que viene de lejos y no cesa", se confiesa hacia la mitad de la novela el narrador. La familia a la que pertenece es sefardí. Estamos en el siglo XV. Estamos en épocas de persecución y obligadas conversiones religiosas. El héroe del relato de Pascual tiene delante de él todos los futuros y todos son inciertos y desgraciados. Como si fuese un personaje de la picaresca castellana, además de lisiado y tuerto, sus periplos son de superviviente, amén de marítimos y pletóricos de aventuras heroicas unas y otras no tanto.

PERIPLO Y DERROTAS DEL CHANCRO DE AZAMOR

Javier Pascual

Caballo de Troya

Barcelona, 2007

362 páginas. 11,90 euros

Javier Pascual ha escrito una novela de aventuras. Como antes escribió un libro de gesta. La novela de aventura es un género. Lo practicaron Conrad, Stevenson y Emilio Salgari. Lo practicó Edgar Allan Poe en El relato de Arthur Gordon Pym. Y Herman Melville en Moby Dick. No se nos debería escapar el hecho de que la historia de Pascual esté narrada por alguien llamado Ismael, de la misma manera que la de Melville. Y que si el itinerario del Ismael melvilliano es el de la ballena, el de Ismael de Pascual es el del bacalao. Parecería que hago hincapié en un hecho tangencial. Pero no lo es tanto. Estoy sugiriendo una propuesta que trasciende el género que instrumentaliza Pascual. ¿No nos pone la novela de aventuras ante la tesitura de la propia aventura de la novela en Occidente? ¿No es el héroe de Javier Pascual un héroe homérico en busca de su hogar perdido, además de un héroe fundador?

La novela de aventuras

no es un género inocente. Lo sabía Conrad y hasta el mismo H. G. Wells cuando escribe La isla del doctor Moreau. Con su novela, Pascual agrega al sentido trágico de todo relato de aventuras esa frescura irónica de estirpe posmoderna que a todo ejercicio auténtico de narrativa le es esencial.

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