Oviedo silencia el jazz

El "IV Festival de Jazz de Oviedo" debía celebrarse del 19 al 26 de julio. El evento era esperado con expectación tras el éxito de la pasada edición, cuando la ciudad vibró como hacía tiempo que no la sentíamos, y prometía momentos memorables de la mano de grandes figuras internacionales.

Hace unas semanas, la noticia saltó a los medios de comunicación ante el estupor general: el alcalde Sr. Gabino de Lorenzo proclamaba a los cuatro vientos el inicio de una implacable cruzada contra el ruido... La primera medida adoptada: la suspensión del Festival del Jazz, donde se incluían actuaciones en la calle, pero también en el Claustro de la Universidad y en el Auditórium Príncipe Felipe.

La sorpresa dio paso a la indignación, numerosas voces se alzaron airadas denunciando la censura cultural sufrida en nombre de un supuesto bienestar social. De poco han servido las protestas y el ofrecimiento por parte de los promotores de aplazar el pago de las actuaciones 90 días en previsión de encubiertas dificultades económicas. Finalmente, por algún "silenciado" motivo se han salvado dos actuaciones, The Blind Boys of Alabama -el 18 de julio- y el homenaje a John Mayall -el día 29.

Atrás queda la época en que la capital del Principado albergaba las mejores propuestas culturales de la comunidad, acogiendo público procedente de otras ciudades e incluso de comunidades vecinas. El tiempo ha jugado en su contra, la pasividad general, en muchos casos, ha facilitado este progresivo deterioro cultural. Oviedo languidece tras su impecable aspecto, creado cual decorado de un exquisito piso de lujo sin más pretensión que ser admirado como exponente de buen gusto y elegancia urbana.

Es cierto que tenemos los Premios Príncipe de Asturias, una elitista temporada de Ópera, y siguiendo el ejemplo de otras grandes urbes, pronto podremos admirar el impresionante Palacio de Congresos de Santiago Calatrava, que dicho sea de paso amenaza con engullir a los edificios colindantes, pero no importa, es de Calatrava y cuanto mayor sea mejor.

Pero ya no contaremos con el festival internacional, el Sr. De Lorenzo ha silenciado el jazz en Oviedo a golpe de autoridad. Tal vez su esencia, mestizaje e improvisación, no sean recomendables para el refinamiento que el Sr. alcalde pretende imprimir a su feudo o tal vez haya que invitar al Sr. Woody Allen para que al son del clarinete imponga la razón a la sinrazón de su abnegado anfitrión en Asturias.