Viernes 13, pero no en Madrid

"Vengo con mis amigos a buscar amigas. Venimos a fumar y a tomarnos unos minis, entre la una y las seis". Johnny, de 20 años, con un tatuaje a la espalda y un piercing de oro en el labio, disfrutaba del sol ayer en la gigantesca piscina del Parque Deportivo Puerta de Hierro, casi sin gente.

Unas horas más tarde, lejos de la tranquilidad del verano en la piscina, miles de madrileños soportaban en sus coches hasta 50 kilómetros de retenciones en las salidas de la ciudad. Entramos en la segunda quincena de julio y con ella en la segunda fase de la operación de vacaciones estivales. Los mayores problemas los tuvo la autovía de Extremadura (A-5). Allí, un camión volcado causó casi 15 kilómetros de colas.

A las dos, a punto de vencer la jornada intensiva, Madrid registraba 33 grados y había atasco en la carretera de A Coruña (A-6) en la incorporación desde la M-40. Y retenciones desde Moncloa hacia Pozuelo de Alarcón. Lo anunciaba por la radio poco después de las dos el locutor de la Dirección General de Tráfico (DGT).

Pero el atasco continúa hasta Las Rozas, donde los paneles anuncian eso: "Retenciones hasta Las Rozas". Y nada más, como dando esperanzas. Pero vuelve a aparecer a la altura de Torrelodones. En la A-3 se circulaba bien. Tan sólo había paradas intermitentes a la altura de Rivas-Vaciamadrid. Mientras, en la M-30 había retenciones en las salidas de la calle de Alcalá, la avenida de América y la salida hacia la A-5, tal y como informaba la radio. Pero el nudo norte desde Chamartín a la avenida de la Ilustración estaba taponado a las tres y media. Y la radio no decía nada. Por la Gran Vía y el paseo de la Castellana el tráfico era fluido. ¿Dónde estaban los coches?

En el transporte público, sin problemas. Sólo en la Estación Sur de autobuses se notaba un aumento de viajeros. Un empleado de seguridad, otro de información de la propia estación, y un conductor lo afirmaban. "¡Claro que se nota! Hoy, mañana y hasta el domingo", decía el último. En los intercambiadores de plaza de Castilla y de Moncloa apenas había gente. Sí, un calor infernal.

En la terminal 4 del aeropuerto de Barajas no había retrasos en las salidas. Sí había un poco más gente de lo normal. "Se nota que es verano", decía Francisco, un empleado. En la estación de Atocha no había más gente que en un día cualquiera. Ni José, vendedor de la ONCE, ni Sara, empleada bancaria, ni Manuel, vendedor en un quiosco, habían aumentado su negocio respecto a otras jornadas.

Y en el metro, mucho calor y mucha gente. Brett Rezek, estadounidense de 21 años, iba por la línea 6 (la circular) hacia Méndez Álvaro para coger un autobús.

Lo que más le había gustado de Madrid, decía, es "el Reina Sofía".