"Es un lujo trabajar con noveles"

Emma Suárez (Madrid, 1964) lleva ya casi tres décadas dedicada a la interpretación, pero no duda en afirmar que le gusta mucho trabajar con directores noveles, porque aprende "un montón" con ellos. Estos días rueda en Guipúzcoa La casa de mi padre, el primer largometraje del donostiarra Gorka Merchán, cuyo título hace referencia al poema homónimo de Gabriel Aresti.

Con guión de Iñaki Mendiguren, la película se acerca a una familia marcada por la situación política vasca. Txomin Garay, interpretado por Carmelo Gómez, es un empresario que tuvo que marcharse a Argentina por las amenazas recibidas. Tras 10 años fuera, viaja a Euskadi con su mujer (Emma Suárez) y su hija (Verónica Echegui), porque su hermano se está muriendo y quiere que se haga cargo de su hijo Gaizka (Juan José Ballesta), un joven próximo a la izquierda abertzale. La pelota se erige como símbolo que acercará a tío y sobrino.

Pregunta. ¿Cómo es su personaje?

Respuesta. El personaje de Blanca es duro y difícil, porque regresa a un lugar en el que no quiere estar. Hace una concesión a su marido y su hija, pero, desde que llega, se vuelve a reencontrar con el dolor y el odio. No quiere sentir odio, pero inevitablemente lo siente como consecuencia del dolor. Es un personaje que hace un viaje a lo hondo.

P. No es protagonista.

R. Es un personaje de apoyo, con lo cual a veces me encuentro con la dificultad de tener que ser concisa cuando hay que expresar tantos sentimientos. Lo bueno de esta película es que cada personaje tiene su propia visión del lugar en el que está y todas esas visiones conforman lo que realmente sucede aquí. Yo me he implicado en este trabajo porque la visión de Gorka [Merchán] me parecía muy interesante, puesto que es alguien que ha nacido y vivido aquí y habla de su propia experiencia. Creo que habla desde su verdad, y su verdad es pacífica y pacificadora.

P. ¿En qué sentido?

R. El tono final de la película da a entender que el odio no sirve para nada y lo único que hace es alimentar más odio.

P. La película empezó a rodarse unos días después de que ETA anunciara el fin de su último alto el fuego. ¿Ha influido este hecho de alguna manera en la marcha del rodaje o en los actores?

R. En la marcha del rodaje, no. Y en nosotros, como en cada persona que vive en este país, que está cansada y quiere que esto se acabe ya de una vez y vivir tranquila y en paz.

P. ¿Qué tal la experiencia de rodar con un director novel como Merchán?

R. Para mí es un lujo trabajar con directores noveles. Me gusta mucho trabajar con ellos. Creo que se aprende un montón y que es un intercambio perfecto. Y el entusiasmo y la frescura que hay en un rodaje muchas veces es mejor que cuando trabajas con un director veterano, que parece que ya está todo hecho.

P. En este filme interpreta a la madre de una joven de 20 años. ¿Le da vértigo entrar en esa etapa vital?

R. No, y lo digo sinceramente. Para mí la vida es un viaje magnífico. Quizá tengo miedo de la posibilidad de tener ese miedo. Claro que uno va envejeciendo, pero lo compensas con la experiencia y con un sentido del humor que va quitando lugar a la ingenuidad. Me parece más interesante lo que pasa por dentro que lo que pasa por fuera.