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Viajes, aventura y riesgo

El trágico atentado contra los turistas españoles en Yemen, con cinco catalanes y dos vascos muertos, confirmó una vez más que los catalanes y los vascos somos los más viajeros de España y los que eligen más destinos exóticos o con ciertas dosis de aventura. El Ministerio de Asuntos Exteriores ha advertido de los riesgos de viajar a numerosos países, si bien, tras la experiencia del 11-M y la T-4 en Madrid, o la posibilidad de que ETA vuelva a colocar bombas en las zonas hoteleras de la costa mediterránea o en un hipermercado, puede hacernos dudar de que estemos más seguros en casa que paseando por un zoco árabe.

El predominio de los catalanes-viajeros se da tanto en el llamado turismo de aventura, ascendiendo el Kilimanjaro o viajando a la Patagonia, como en el turismo con contenido cultural, histórico o exótico, con un afán de conocer otros paisajes y otras culturas, aunque sea sentado cómodamente en un autocar o un jeep con aire acondicionado. Se trata de un turismo en el que no es necesario llevar botas de trekking y permite disfrutar de un amanecer en el desierto, del paseo relajado por un palmeral junto a una casbah marroquí -en la que se gozará de todas las comodidades-. Un turismo que encuentra su aliciente en el placer de merodear y perderse por el zoco de una ciudad árabe, o pasar una tarde relajada tomándose un té en una playa de Zanzíbar. Un turismo que permite cumplir sueños, como observar y fotografiar elefantes, leones y manadas de cebras en Kenia o Tanzania, y tras cenar y ducharse en el hotel, sentarse en la terraza a releer Las verdes praderas de África, de Hemingway.

El 11-M y lo de la T-4 hace dudar de que estemos más seguros en casa que en un zoco
Quizá mirar siempre más al exterior de la Península impregna el deseo viajero catalán

En ocasiones se dice que esto es así porque en Cataluña hay un tipo de viajeros con un gran poder adquisitivo. Ello no es cierto del todo. Evidentemente, viajar a Botsuana, Vietnam o Islandia no es barato. Pero es que el precio de un viaje de siete días de julio que incluye avión, traslados, hotel a media pensión y cuatro días de circuito con guía y visitas, en países como Marruecos, Túnez, Turquía o Egipto, es más barato que el precio medio de una semana en Menorca, Fuerteventura o la Costa Brava.

Puede que el anhelo emprendedor, comerciante y de curiosidad hacia el mundo que subyace en la manera de entender la vida por parte de la sociedad catalana y el hecho que siempre hayamos mirado más hacia el exterior de la Península -que en nuestro caso será Europa y el Mediterráneo- impregne este deseo viajero. Puede que en dichos viajes -pese a que sea adentrándose en el desierto en un autocar con aire acondicionado- subyazca no sólo la atracción de lo desconocido, sino también ese viaje interior que suele acompañar tantas veces al viajero en su viaje real. Cataluña -y en este caso coincidiríamos de nuevo con Euskadi- es también una de las comunidades donde se practica más el montañismo, el excursionismo, los esplais, las colonias escolares o el perderse -solo o acompañado- en el bosque en busca de setas. Actividades, todas ellas, que no sólo son un relax o un aprendizaje para la vida, sino que tienen un componente de viaje interior y reto personal. Andar por el desierto, bucear en la Costa Brava, hacer senderismo en el Pirineo, internarse en el bosque, o perderse en un zoco tiene ese mismo componente de desafío, aventura y viaje interior.

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Ladislaus E. Almasy, el verdadero conde Almasy en el que luego se inspiraría la película El paciente inglés, nos cuenta en su libro Nadadores en el desierto cómo quien ha conocido el desierto tendrá siempre el deseo de regresar a él, y relata esa nostalgia del ser humano en conocer lo desconocido: "Al despedirme de la experiencia de nuestro viaje por el desierto, me embarga ese anhelo que quienes lo conocemos y hemos aprendido a amarlo nos hace emprender constantemente nuevos viajes de exploración hacia la gran soledad".

Tal vez todo es más sencillo y, como explica el periodista Jordi Esteva, autor del libro Los árabes del mar, y que estos días nos muestra sus fotografías en el Palau Robert de Barcelona, una de las causas de esa necesidad de viajar y conocer culturas distintas es, también, "el deseo de regresar a los cuentos que nos contaron o leímos de niños y recuperar los sueños de la infancia".

Xavier Rius Sant es periodista.

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