"La rivalidad entre el doctor Vilches y mi personaje es aún latente"
Ha militado a las órdenes de Antonio Hernández, Vicente Aranda, Miguel Albaladejo, Manuel Gómez Pereira y del mismísimo Pedro Almodóvar, pero el curso profesional de Roberto Álvarez (Gijón, Asturias) cambió cuando aceptó trabajar junto a Ana Obregón en Ana y los 7 (TVE-1). El papel de banquero serio, viudo y superpadre de familia le reportó una fama que el actor digiere "encantado de la vida". Ahora, aquel hombre que iba para ingeniero de Telecomunicaciones y devino en actor casi por casualidad se enrola en Hospital Central (Tele 5) para marcarse un tour de force con el doctor Vilches (Jordi Rebellón).
Pregunta. ¿Cuáles son los méritos de Julio Román para incorporarse a la nómina de Hospital Central?
Respuesta. Mi papel es el de un médico militar que ha estado varios años destinado en la República del Congo que ahora vuelve a España como médico civil. Román siempre tiene una sonrisa en la boca e intenta desdramatizar las situaciones traumáticas y aportar un punto de vista positivo.
P. Vamos, la antítesis del doctor Rodolfo Vilches.
R. Ja, ja. Sí, somos muy profesionales los dos, pero cuando estudiábamos la carrera de Medicina, Vilches ya tenía fama de áspero.
P. Así que usted llega para alborotar un poco el panorama.
R. Sí. La biblia, o como se denomina a las líneas maestras de las series, define a Román como una especie de "canalla con buen gusto", pero yo creo que, sobre todo, es irónico, vacilón y gamberro.
P. Imagino que la rivalidad con Vilches será uno de los puntos fuertes de las futuras tramas.
R. No, eso está por hacer. Las series se plantean de una manera y se van desarrollando de otra porque suelen ser una comunión entre los guionistas, los directores, la producción ejecutiva, los intérpretes... Ésa es, desde luego, mi experiencia. Así que la rivalidad entre el doctor Vilches y mi personaje, Julio Román, es aún latente, aunque en los próximos capítulos ya se ve cierta tendencia.
P. Usted se ha incorporado a una serie veterana. ¿Cómo ha encajado con sus compañeros?
R. La serie tiene fama de buen clima, y la verdad es que te acogen con respeto y delicadeza. Incorporarse a una ficción consolidada tiene muchas virtudes, pero también defectos, en el sentido de que, después de ocho años, los actores lo saben ya todo y han perdido, lógicamente, la ilusión de la novedad. Y ése no es mi caso, claro. Soy un bicho raro. Estoy todavía en la fase de preguntar y opinar. Realmente me siento muy involucrado. Hospital Central también me ha ayudado a cambiar la imagen que los espectadores tenían de mí por otras series, como el personaje de Ana y los 7, Fernando, tan contundente; Román es más alegre y vivo.
P. He leído que le costó mucho decidirse a entrar en Ana y los 7. ¿Ahora le ha ocurrido lo mismo?
R. Cuando me ofrecieron el papel de Fernando tenía otras tres ofertas. Consulté con mis amigos y todos me animaron a que eligiera la serie de Ana Obregón, porque, según ellos, iba a ser un gran éxito. Y así fue. En el caso de Hospital Central no me lo pensé en absoluto. Me apetecía volver a televisión, y a una ficción de calidad refrendada por los espectadores.
P. ¿En qué ha empleado Roberto Álvarez su tiempo desde que finalizó Ana y los 7? Porque parece que si un actor no se prodiga en televisión no es nadie.
R. Efectivamente, si no sales en televisión, no existes. Es increíble, pero en este tiempo he representado la obra dirigida por Mario Gas Homebody / Kabul, en el Teatro Español; he intervenido en el telefilme Callas y Onassis y en la película Los Borgia, y estoy a punto de estrenar El menor de los males con Carmen Maura.
P. Una sentencia da luz verde a Televisión Española para emitir cuatro capítulos de la serie de Ana Obregón. ¿Le apetece volver a verse en pantalla en el papel de Fernando Hidalgo?
R. Es sólo una sensación que tengo, pero no creo que los emitan, y aunque mi colaboración fue muy episódica, me parecería estupendo que Televisión Española estrenara los capítulos. Yo no fui actor de ese conflicto; Ana Obregón quiso dejar la serie y a la productora no le pareció oportuno por las audiencias espectaculares que tenía; así que quisieron seguir ya sólo con los niños. Debo reconocer que yo también estaba un poco cansado, pero nunca dejo nada. Soy fiel con quien me da de comer, no por obligación sino por moralidad, pero me dolió que todo acabara de una forma tan desagradable.
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