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Reportaje:

Sangre joven y creativa inunda el Matadero

El proyecto Mirador reúne instalaciones, 'performances' y vídeos creados para el nuevo espacio artístico

Andrea Aguilar

Arte con denominación de origen, site-especific, es decir, creado por y para un lugar. Las posibilidades son muchas y así se puede tocar el arpa de un violín sobre hilos de pescar que cruzan las naves del Matadero o poner una habitación "a cantar emitiendo y regrabando su propio sonido hasta dar con la frecuencia en la que todo converge", como explican los británicos del grupo The Dead Rat Orchestra, que tocarán hoy a partir de las doce de la mañana. Su actuación forma parte del proyecto Mirador (www.miradores.org), una iniciativa que Santiago Talavera y María García-Ibáñez pusieron en marcha en 2001.

Este año, en su tercera edición, han abandonado el ámbito de Berzosa de Lozoya, donde nació, y han tomado al asalto el Matadero. Ellos entienden el comisariado de exposiciones como una actividad creativa más, y así su proyecto ha consistido en seleccionar a una veintena de artistas para que trabajaran a partir de este espacio. Una "lucha de titanes", según García-Ibáñez, cuyo resultado queda materializado en nueve instalaciones, en "un conjunto heterogéneo" que desde ayer y hasta el 21 de julio estará abierto al público. Cada fin de semana habrá representaciones musicales y teatrales los días 14, 20 y 21 de julio.

En la nave están amontonadas junto a una pared las cuatro toneladas y media de grano que Carlos Rodríguez-Méndez ha tostado manualmente en el Matadero. Durante el proceso vivía junto a cuatro gallinas blancas que sacó a pasear por cuando cubrió el suelo con una alfombra de grano negro.

Una pequeña urna, en cuyo interior penden dos guantes de papel japonés, contiene, además, cientos de pequeños gusanos que acabarán por comerse esta pieza titulada Relaciones tróficas con la que Vanessa Losada propone una reflexión sobre los ciclos de la vida. De muerte más que de vida habla Antonio Lozano en su instalación Last but not least, construida a partir de una horca de madera con soga de neón rojo. En ambos lados de la pantalla que cuelga del techo se proyecta el vídeo de Richard T. Walter Waving en el que el artista -a quien los comisarios califican de "romántico inglés del videoarte"- se despide o saluda a sí mismo, según se mire, una y otra vez.

Hisae Ikenaga ha dibujado el rastro de imaginarias balas en los cristales y José Luis Serzo habla de un amanecer constante en la pagoda, casi una pequeña casa de muñecas que ha construido y que ahora queda suspendida en el aire. Janne Höltermann produce su pieza a partir de una mesa, un ventilador, un proyector y una bombilla, y David Castro usa cajas de carne y cuerpos de estantería de metal para la suya. Manuel Barbero titula su creación Espinae cuore. Los vídeos de Alberto Chinchón, Daniel Vega, Antje Feger, Laboratorium, Sergio Ojeda, Ignacio Uriarte y María Cañas completan la exposición. También hay quien, como el grupo Linterna Mágica, juega con proyecciones de fantasmas de cerdos y vacas, o compone a partir de las respuestas a cartas enviadas al azar como Sef. Entre las actuaciones previstas habrá música y dibujo en directo de la mano de Berta Delgado y David Aladro cabaré pop con Los llamados perdidos.

Uno de los montajes del proyecto artístico Mirador.
Uno de los montajes del proyecto artístico Mirador.

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Sobre la firma

Andrea Aguilar
Es periodista cultural. Licenciada en Historia y Políticas por la Universidad de Kent, fue becada por el Graduate School of Journalism de la Universidad de Columbia en Nueva York. Su trabajo, con un foco especial en el mundo literario, también ha aparecido en revistas como The Paris Review o The Reading Room Journal.

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