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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

América Latina "es un bloc"

Seguramente lo primero que hay que plantearse para hablar de América Latina es si existe, y si así es, de qué manera lo hace, qué es lo que permite hablar en clave más o menos unitaria de una América no anglosajona, de lengua española y portuguesa, y que, por añadidura, de latina tiene relativamente poco. Esa América al sur de Río Bravo ha sido objeto ya de un cierto número de intentos narrativos unificados, pero, sobre todo, en el formato ensayo, a la manera de un Arciniegas, mientras que el peruano Luis Esteban G. Manrique trabaja muy directamente sobre los datos, sobre el relieve aparentemente episódico de las cosas, pero sin perderse en lo puramente político; en lo événementiel como se decía en otro tiempo con particular desdén. Manrique, hijo de su época, intenta ir mucho más allá, y esta obra, De la conquista a la globalización, al tiempo que un intento de historia total, es, sobre todo, una reflexión sobre medio milenio de la historia del Nuevo Mundo: desde la conquista española a esta nueva conquista que es la unificación globalizadora. Y como decía Clemenceau de la Revolución Francesa, su mirada trata de ver el continente indo e iberoamericano en un solo bloque dotado de una coherencia interna.

DE LA CONQUISTA A LA GLOBALIZACIÓN

Luis Esteban G. Manrique

Biblioteca Nueva. Madrid, 2007

525 páginas. 30 euros

Inevitablemente, este tipo de libro topa con el problema de que de las dos distancias narrativas básicas que maneja, la perspectiva alejada de gran angular para la conquista, colonización y hasta primera independencia, y la de lo más próximo, angular reajustado sobre el cercano siglo XX, la primera se adapta mejor al tratamiento de síntesis analítica del autor que la segunda. Vista en la distancia, América cuando todavía no era propiamente latina, sino sólo indo-ibérica, resulta mucho más agradecida como objeto de reflexión, mientras que en la proximidad, el ejército de detalles necesarios para hacer incluso la síntesis más económica es tan frondoso que se maneja con menor poder de convicción.

La búsqueda, por tanto, de una corriente de lo latinoamericano, que es como decir de una narrativa común a tanta etnia, geografía y avatar de naturaleza diversa, es lo más importante que aporta la obra. Así, en esa primera parte vemos en una cierta lontananza los inicios de la construcción de una identidad en alguna medida común, de forma que el lector puede mentalmente ir sustituyendo episodios, preguntándose por qué no más de esto que de aquello. Y en ese ejercicio cabría apuntar, por ejemplo, que en las guerras de independencia falta algo de tercera vía, la de los que no querían ni sujeción a España ni plena independencia, que entre la criollada fueron en muchos momentos mayoría, así como que en los tiempos hipercontemporáneos el giro que parece haber tomado esa construcción de la identidad para alejarse del arquetipo europeo puede que tampoco esté suficientemente documentada. Pero toda crítica habita a lo sumo el reino de lo contingente, puesto que hablamos de un work in progress. Y, por añadidura, todo ello debe entenderse en el marco de un libro estupendamente bien escrito, sabiamente sinoptizado, ajeno a cualquier sesgo tanto complaciente como bilioso, pro o anti, y construido sobre una estructura o propuesta rica, interesante aunque, por supuesto, siempre discutible, que podría resumirse diciendo que América Latina ha ido reflejando o deformando como en un espejo cóncavo o convexo lo europeo. Pero aun admitiendo que la propuesta sea un elemento limitador la propuesta no atenaza el discurso, sino que subraya siempre el desarrollo de diferentes posibilidades. Efectivamente, esa narrativa que pudiera imponerse como la versión más respetada de la historia global de América Latina, al menos para alguna generación, está tan contenida en la obra como sea humanamente posible. Si alguien hubiera podido culminar con éxito el intento habría sido Manrique. Pero ¿es que, acaso, se podía?

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