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MI VIAJE
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

De Peral de Bracamonte a China

De todos los viajes que he hecho, recuerdo especialmente las experiencias vividas en China. Recuerdo uno que hice en 1985. Atravesamos las tres gargantas del río Yangtsé, cuando aún no existía la presa. Ahora todo ha cambiado mucho, el agua ha subido 40 metros inundando pueblos y modificando el paisaje totalmente. En ese mismo viaje llegamos a Kunming, la capital de la provincia de Yunnan. Durante una visita a un templo a las afueras encontré a dos chicas de aspecto occidental -por ese entonces ver un occidental en esa parte de China era casi imposible- y al acercarme oí que hablaban castellano. Les pregunté que de dónde eran y una de ellas me contestó que de Peral de Bracamonte (Salamanca), justo el pueblo donde yo veraneaba. "Seguro que conoces a algún Gómez de Liaño". "Sí, era muy amiga de Nacho Gómez de Liaño". "Sí ése soy yo...". Increíble, me había encontrado en un templo de la China rural a la hermana de un gran amigo mío a la que no veía desde la infancia.

Años después, durante una visita a Sinquiang, una región china en la ruta de la seda, fui con un amigo a visitar las ruinas de Gao Chan, conocida como la Pompeya del Asia central. Es un sitio peculiar, donde las casas son de adobe y parecen muñones. Cuando estábamos viendo unas tumbas subterráneas llamadas Asfanas, unas voces comenzaron a gritar desde el exterior y el guarda que nos acompañaba tuvo que subir. Seguimos recorriendo las tumbas, pero al ver que no regresaba, decidimos subir. El guardia había cerrado la puerta y estaba al otro lado discutiendo muy acaloradamente con tres individuos. Durante un buen rato, estuvimos pensando que si los tipos decidían atacar al guardia y lo dejaban fuera de combate nos íbamos a quedar encerrados aquí, un lugar en medio de ninguna parte. Al final nos abrió la puerta, y a continuación siguió discutiendo. Nunca supimos de qué hablaban. Era el otoño de 1989 y hacía poco de la matanza de Tiananmen. Por todas partes veías a gente peleándose con la policía, era un momento muy tenso. De hecho, tuvimos mucha suerte porque poco después cerraron la ciudad a los foráneos. Ese tipo de cosas ya no se ven tanto en la China de hoy. Hace unos años, al viajar allí no sólo se entraba en otro mundo, daba la sensación de entrar en otra época. Se notaba en el trato -por ejemplo, la gente de las zonas rurales solía tocarme los zapatos-. Los viajes a China exigían gran preparación y era un milagro si lograbas moverte de un lado a otro respetando un itinerario.

Ignacio Gómez de Liaño. Filósofo y escritor.

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