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Reportaje:

Vivienda nueva, pero en precario

Vecinos de una promoción de Fadesa en Riba-roja ocupan sus pisos desde hace nueve meses sin cédula de habitabilidad

Ángeles y Cecilio estrenaron un sueño hace nueve meses. El pasado 2 octubre, días después de firmar las escrituras, se mudaron desde Aldaia a un flamante piso nuevo en El Mirador de La Reva, una promoción de 160 viviendas en cuatro alturas levantada por Fadesa, en la Urbanización La Reva, en Riba-roja. "Buscábamos la tranquilidad de un recinto fuera del centro urbano", recuerda Ángeles. Su sueño venía avalado por la garantía aparente de una de las mayores inmobiliarias de España.

Nueve meses después, Ángeles tiene los nervios destrozados. "El notario nos hizo saber que nos entragaban la vivienda sin cédula de habitabilidad, pero supusimos que el problema se resolvería pronto". El problema reside en la imposibilidad de contratar el suministro de agua corriente, electricidad o gas sin cédula de habitabilidad. Y sigue sin resolverse.

"He tenido que lavar a mi niña con agua mineral", denuncia una vecina

Los vecinos que ocupan en torno a la mitad de las 160 viviendas construidas en El Mirador de la Reva, en la parte más elevada de la urbanización, tienen agua de obra, es decir, agua sin garantías de potabilidad. Un pequeño depósito instalado recientemente sobre la caseta que alberga la depuradora de la piscina y unas bombas en la planta baja de cada bloque de 16 viviendas suple el suministro y, a duras penas, la presión del agua corriente.

Cada bloque de viviendas dispone desde hace unos meses de un generador de luz. "Antes, con la toma de luz de la obra, el suministro saltaba cada vez que coincidían en marcha varios electrodomésticos", dice Cecilio, "ahora va un poco mejor, pero no se nos ha pasado por la cabeza poner aire acondicionado, aunque el piso tiene la preinstalación, porque saltaría seguro".

A lo largo del invierno pasado, sin ningún tipo de calefacción, la hija menor de Ángeles y Cecilio, que está a punto de cumplir un año, arrastró un catarro durante meses. "Fuimos al hospital varias veces, una vez estaba toda moradita, se nos iba", relata Ángeles, "al final nos olvidamos de la solidaridad entre vecinos y compramos tres calefactores". La pequeña se ha tenido que bañar con agua mineral en más de una ocasión, cada vez el agua salía demasiado turbia. "Yo misma he tenido que lavarme a veces con agua mineral", denuncia Ángeles.

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Ayer, un representante de Fadesa garantizó a los vecinos que moverá todos los papeles pendientes para resolver el problema cuanto antes.

Además, un portavoz de Fadesa explicó que el problema de la falta de suministro eléctrico se debe a que el solar donde Iberdrola debía instalar el transformador para dar servicio a la urbanización no estaba disponible cuando se terminó la promoción. El mismo portavoz asegura que el problema ya se ha solucionado y que la compañía eléctrica podrá estar en condiciones de "pulsar el botón" a lo largo de este mismo mes.

Mientras, un portavoz municipal de Riba-roja explica que la cédula de habitabilidad se concede al promotor de nuevas viviendas cuando acredita que tiene garantizado el suministro de agua, electricidad y teléfono. La cédula la firma el arquitecto municipal como garantía de que la obra está terminada, que cumple todas las normativas y que los servicios básicos están dispuestos para los nuevos vecinos.

Iberdrola, por su parte, pide tiempo para revisar los aspectos técnicos del caso pero recuerda que "el problema de los vecinos es con Fadesa, no con Iberdrola".

Un concejal de Riba-roja sugiere que el Ayuntamiento arrastra un rosario de desavenencias con Iberdrola a raíz de la reciente concesión del suministro de electricidad de un polígono industrial a Hidrocantábrico, cuando Iberdrola controla la práctica totalidad del suministro eléctrico a particulares en toda la Comunidad Valenciana.

Los pisos de Fadesa en El Mirador de La Reva se vendían sobre planos a un precio en torno a los 120.000 euros. Ángeles y Cecilio pagaron bastante más porque se lo compraron a un inversor.

Unos operarios desmantelaban, precisamente ayer, el gran cartel de la promotora que cierra el bulevar de la Urbanización de La Reva. El anuncio muestra una piscina rodeada de sombrillas y hamacas sobre un prado verde al costado del último bloque de viviendas. La falta de agua ha quemado el jardín. Los vecinos han intentado salvar algún rincón de césped, pero no pueden.

Cae la noche y los vecinos de El Mirador de La Reva intentan soñar, pero el zumbido del generador de electricidad les recuerda, cada minuto, que viven en precario.

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