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Reportaje:

A la caza de Al Qaeda en Londres

La policía multiplica los controles mientras el alcalde invita a salir

Caza del hombre en Londres, con la sombra de Al Qaeda planeando sobre los fallidos coches bomba de la madrugada del viernes. El episodio de Glasgow no ayudó a recuperar la normalidad que ayer pidió el alcalde de Londres, Ken Livingstone, que dio ejemplo al sumarse al desfile anual de miles de homosexuales por las calles de la capital, cerca de donde podían haber explotado dos coches bomba.

Mientras la policía multiplicaba los controles, el alcalde pidió a los londinenses a salir a la calle y no quedarse encerrados en casa, aunque la lluvia casi constante invitaba poco a callejear. Las autoridades mantuvieron en pie los tres grandes acontecimientos públicos del fin de semana: el torneo de tenis de Wimbledon se desarrolló con normalidad, aunque con constantes interrupciones debido a la lluvia; la policía desplegó 350 oficiales adicionales a la operación de seguridad de la tradicional marcha del Día del Orgullo Gay, que pasó muy cerca de Haymarket y desfiló por Cockspur Street, donde estuvo estacionado el segundo coche bomba, y hoy se celebrará el concierto en memoria de Diana de Gales en el estadio de Wembley.

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Mientras la ciudadanía recuperaba el pulso, los servicios de seguridad se desplegaron a la caza de la sombra de Al Qaeda, a quien la prensa atribuye los dos coches bomba del West End, que no llegaron a explotar. Pero los servicios de seguridad mantuvieron ayer un escrupuloso silencio. Varios medios aseguran que la policía dispone de imágenes muy nítidas de la persona que conducía el Mercedes gris verdoso abandonado frente a la discoteca Tiger Tiger en Haymarket, a tiro de piedra de Piccadilly. Pero la policía no ha hecho comentarios y no ha difundido ninguna imagen. Tampoco ha desmentido ni confirmado una información publicada por el diario The Times, citando a la cadena estadounidense ABC, de que los teléfonos móviles que hacían las veces de detonadores en ambos coches bomba recibieron dos llamadas cada uno. Eso haría pensar que los terroristas intentaron hacer estallar los coches, pero el dispositivo falló.

Tampoco ha habido comentarios sobre la tesis difundida por el diario The Scotsman de que uno de los sospechosos es un iraquí que estaba sometido a control policial por aplicación de una de las llamadas órdenes de control, pero desapareció hace unos días. O sobre las informaciones de que hubo amenazas concretas contra las discotecas británicas.

Un agente de la policía británica vigila la entrada del aeropuerto en Manchester.
Un agente de la policía británica vigila la entrada del aeropuerto en Manchester.REUTERS
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