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Entrevista:Laurence Boswell | ESCENAS ESTIVALES

"Shakespeare es más conservador que Lope"

Javier Vallejo

Bruce Boswell, joven actor, marchó en 1936 a defender la II República. Treinta años después, su sobrino Laurence escuchaba embobado sus cartas, de labios de su abuela. "Hay una, con membrete de las Brigadas Internacionales, que me hace llorar", dice. "Empieza así: 'Tengo el deber de informarle de que su hijo ha muerto en la batalla del Ebro. Sus camaradas lo recordarán siempre leyéndoles Esperando al zurdo...'. Imagínese la escena: varios franceses e italianos, un húngaro y un alemán escuchando en España una obra socialista norteamericana en boca de un inglés. Y al día siguiente, salen de la trinchera y los matan".

La fascinación de Laurence Boswell (Londres, 1959) por nuestro país viene de antiguo. Es el director no hispanohablante que mejor conoce el teatro del Siglo de Oro: ha montado 12 obras de Lope, Tirso y Calderón en el Gate Theatre y con la Royal Shakespeare Company, de la que es director asociado. Hoy estrena El perro del hortelano en Alcalá de Henares, su primer espectáculo con actores españoles. Para 2008 tiene en proyecto Fuenteovejuna, en el Stratford Festival de Ontario, y con la Compañía Nacional de Teatro Clásico, la tragedia Lo fingido verdadero, "donde Lope explora temas pirandellianos tres siglos antes que Pirandello".

"Tirso fue un cura que, en pleno barroco, habla con ingenio de bisexualidad y de diferencias de género"
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Boswell ha cosechado éxitos con piezas de Shakespeare y contemporáneas, en el West End y en Broadway, con Clive Owen y con Madonna, pero de lo que más satisfecho se siente es de sus ciclos de teatro áureo. El que organizó en el Gate, con Stephen Daldry como director invitado, obtuvo el Premio Laurence Olivier: "Es la primera vez que se le concede a un teatro del fringe". Su pasión por el Siglo de Oro viene de lejos. "Cuando era universitario, nadie había oído hablar de Lope en Inglaterra, aunque parezca mentira. En un libro de Joan Littlewood, precursora de la puesta en escena moderna, leí algo sobre un título impronunciable para mí que dirigió en 1955: Fuenteovejuna. Anoté el nombre de su autor, y encontré otras tres obras suyas en la biblioteca, entre ellas El perro del jardinero (¡lo habían traducido así!). Abrí el libro a las once, me olvidé de que tenía una cita a mediodía, y a las tres y media de la tarde iba por la mitad de la segunda lectura cuando llegó mi novia. No la dejé hablar: 'He encontrado una obra soberbia, con un papel a tu medida'. La estrenamos seis meses después. El perro del hortelano cimentó la relación con mi esposa, me abrió las puertas de la Royal, me dio un Laurence Olivier y me trajo a España [al Festival de Otoño de 2004]. Fíjese cuánto le debo".

Cuando menciono la fama de

cantor del régimen que Lope tiene entre una parte menguante de la crítica española, Boswell se revuelve en su asiento: "No creo que comulgase con los ideales de la monarquía. La visión de la aristocracia que ofrece esta comedia es escéptica, cáustica incluso. Hay que considerar que la elaboró a partir de su propia biografía: como Teodoro, Lope fue secretario de un duque, y anduvo enamorado de una mujer casada. Eso le costó ocho años de destierro. No sólo no se calzó la bota del poder, sino que recibió su patada de lleno en el culo. Shakespeare es mucho más conservador que él. Lope fue un humanista, un individualista anárquico. El final de El castigo sin venganza, tragedia escrita para competir con Calderón en su propio terreno, es irónico: el duque de Ferrara hace pasar por justicia lo que es un puro atropello. Si no se capta esta ironía, parece que Lope está de parte del fuerte".

Boswell también siente debilidad por Tirso de Molina, "un cura que, en pleno barroco, habla con ingenio de bisexualidad y de diferencias de género. Don Gil de las calzas verdes cautivó al público del Gate, especialmente a las feministas y a la comunidad gay. Muchos travestis volvieron a verla dos veces. ¡Y su autor es un fraile!".

Rakatá, productora de El perro del hortelano, son Javier Ortiz, Óscar Zafra y Jesús Fuente, actores jóvenes que, tras ver el ciclo Spanish Golden Age de la Royal, enviaron un mensaje a su director: "Tenemos un proyecto que no puedes rechazar. Ven y monta lo que quieras". Y Boswell escogió una obra que ha puesto en escena en inglés tres veces, siempre de manera diferente: ahora también. En las diez semanas de ensayos ha apreciado dos diferencias fundamentales entre el trabajo de los actores de ambas orillas. "Los británicos se apoyan en una tradición larga, una industria floreciente y una pasión colectiva: allí hacemos teatro en los colegios, cada pueblo tiene un grupo amateur, una compañía joven y otra profesional

... En ese contexto, cualquier intérprete bueno puede trabajar con muchos directores diferentes. En España, el talento abunda, pero está aislado. Hay menos oportunidades. Además, los actores obedecen al director, cuando un proceso de ensayos de corte más democrático enriquecería el trabajo. Yo me siento el animador de un equipo: espero sugerencias y debate. En Inglaterra le cortamos la cabeza al rey en 1642. Nuestra historia se refleja en la sala de ensayos. Aquí tengo la impresión de que se cree aún que la autoridad emana del derecho divino".

El perro del hortelano. Alcalá de Henares (Teatro Salón Cervantes). 30 de junio y 1 de julio. Salamanca (Las Noches del Fonseca). 26 de julio.

Laurence Boswell, durante uno de los ensayos de 'El perro del hortelano'.
Laurence Boswell, durante uno de los ensayos de 'El perro del hortelano'.CRISTÓBAL MANUEL

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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