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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Brown no es Blair

Gordon Brown no ha perdido el tiempo, y al día siguiente de ocupar el puesto de primer ministro tras la dimisión voluntaria de Blair ha querido marcar una ruptura con su predecesor, especialmente en la política exterior, a cuyo frente ha puesto a David Miliband. Joven, de 41 años, era uno de los pesos pesados de la cocina política del anterior premier, doctrinario del Nuevo Laborismo y siguiente en la línea sucesoria si falla Brown. Sus posiciones críticas sobre la participación británica en la invasión de Irak (aunque votó a favor) son conocidas, así como sus críticas a Israel por la guerra contra Hezbolá del pasado verano, lo que será un cambio respecto a Blair, que nunca criticó ni a la Administración de Bush ni a la israelí. Brown y Miliband están a favor de la retirada británica de Irak en cuanto sea posible.

El sucesor de Blair también ha marcado sus prioridades exteriores al nombrar al periodista Malloch Brown, persona clave en la Administración de Kofi Annan en la ONU, para ocuparse de África -para la reducción de cuya deuda el nuevo primer ministro impulsó iniciativas cuando era canciller del Exchequer- y las propias Naciones Unidas. Lo que no se ve prioridad alguna en la composición de este Gabinete es por la construcción europea. De hecho, Jack Straw, el entonces euroescéptico secretario del Foreign Office que se precipitó a ahogar la Constitución europea tras el no de los franceses, pasa a ocupar la cartera de Justicia, área de integración prioritaria, al menos en el continente.

Menos mujeres -aunque por vez primera una, Jacqui Smith, al frente de Interior- que en el Gobierno anterior, dos hermanos (los Miliband) y un matrimonio por primera vez en la misma mesa pueden ser la anécdota de este nuevo Ejecutivo. Pero lo que Brown, primer ministro, que no presidente del Gobierno -lo cual le obliga a una mayor colegialidad-, ha querido demostrar es que, además de no ser rencoroso con algunos de sus antiguos adversarios en el laborismo, es diferente de Blair, tiene un programa que no ha quedado agotado por los 10 años de Nuevo Laborismo y pretende llevar la iniciativa para ganar a los conservadores las próximas elecciones. De hecho, ha logrado que un tránsfuga se pase a la bancada laborista desde las filas de los tories. Durante más de dos lustros, Brown ha sido la sombra de Blair. Ahora le queda lo más difícil, gobernar.

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