Una octogenaria con pretendientes
Iberia cumple hoy 80 años y su consejo analiza la oferta de TPG y British Airways
Nació con un cuarto de sangre alemana porque ya entonces Lufthansa quería utilizar la península Ibérica para volar a Latinoamérica. Hace hoy 80 años se constituyó Iberia como empresa (empezó a volar en diciembre de 1927), cuyo principal accionista (con el 76%) era Horacio Echevarrieta, un vasco de Getxo que se alió con la aerolínea alemana (el 24% del capital).
Los asientos (sólo 10) eran de mimbre y los primeros aviones (tres Rohrbach
Roland proporcionados por los socios alemanes) alcanzaban una velocidad punta de 205 kilómetros por hora. Iberia comenzó a volar a Buenos Aires en los años cuarenta, pero su madre alemana, Lufthansa (que considera ahora a Iberia "atractiva pero cara") comenzará a hacerlo en otoño.
En esas ocho décadas de vida, Iberia ha transportado a casi 700 millones de pasajeros; fue nacionalizada en 1944, de nuevo privada en 1999, en Bolsa desde 2001 y ahora objeto de deseo de inversores extranjeros. El Consejo de Administración de Iberia se reú-ne precisamente hoy, aunque no se espera que dé acceso a sus libros al consorcio que lo ha solicitado (British Airways, el fondo estadounidense TPG; el español ligado al Santander Vista Capital, Ibersuizas y Quercus).
Este grupo envió esta semana al Consejo de Iberia una carta que fuentes de la operación califican de "recordatorio": reiteran que su intención es potenciar los enlaces desde Madrid con Latinoamérica, mantener los negocios actuales de la compañía y, lo más importante, el precio de 3,6 euros por acción. Con esas premisas, las fuentes consultadas vaticinan que los actuales dueños de Iberia darán largas a los pretendientes.
Además de las recurrentes huelgas de pilotos y otros empleados, la compañía española ha tenido serios disgustos económicos, sobre todo en los noventa, cuando el Estado tuvo que inyectar dinero para evitar la bancarrota. Lo peor, obviamente, fueron los accidentes: el de Barajas en 1983 y el de Bilbao, en 1985. Y lo más emotivo, la solidaridad de sus trabajadores, empeñados en sufragar proyectos sanitarios y educativos en países pobres a través de su organización Mano a Mano, y en mantener desde hace 30 años una asociación de padres de discapacitados.
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