Aclaración
EL PAÍS del domingo 24 de junio publicaba un perfil de Jaume Matas. En el mismo se afirmaba que, durante su etapa como ministro de Medio Ambiente, Matas, "para lanzar el Plan Hidrológico Nacional, se buscó la complicidad de un paisano ecologista, el ex líder de Greenpeace, Xavier Pastor...".
Esa forma de redacción puede dar la falsa impresión de que en algún momento apoyé el Plan Hidrológico Nacional propuesto por el ministro. Nada más lejos de la realidad. Cuando Jaume Matas recibió el encargo de ponerse al frente del Ministerio, me convocó en mi condición de director de Greenpeace para mantener un encuentro. Matas me conocía bien tras las campañas de esta organización en contra de la incineradora de residuos de Mallorca y contra la entrada en el puerto de Palma de barcos nucleares norteamericanos. Estas campañas, entre otras, se llevaron a cabo durante su primera etapa como presidente del Govern balear.
En nuestra conversación, Matas se interesó por mi visión del movimiento ecologista español. El futuro ministro quería saber quiénes iban a ser sus interlocutores. A continuación, me preguntó sobre el tema ambiental más importante que, en mi opinión, debía abordar. Hoy le contestaría que el cambio climático. Pero en 1999 contesté que la cuestión hidrológica. Le dije claramente a Matas que su Plan Hidrológico debía alejarse de la construcción de infraestructuras como embalses, y en particular debía abandonar el trasvase del Ebro. Le propuse, en cambio, que trabajase en la gestión sostenible del agua, en políticas de ahorro y en la contención de nuevos proyectos urbanísticos y de regadíos absurdos. Sin duda, influencias más contundentes que la mía, desde el punto de vista económico y político, llevaron a Matas a proponer un Plan Hidrológico muy alejado de la sostenibilidad ecológica. Un plan que Greenpeace combatió durante los dos años en que todavía dirigí la organización durante su mandato ministerial y mucho después. Ello no impidió que mantuviese siempre un diálogo cordial y civilizado con Jaume Matas, a pesar de la distancia ideológica que nos separa. La capacidad de dialogar es algo que caracteriza a las personas razonables. O sea, que de diálogos y consejos fracasados, todo. Pero de complicidad en el PHN del PP, nada de nada.
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