El hombre nuevo surge en Milán

Adiós a la logomanía en la ropa de hombre. Viene fuerte lo seudomilitar deconstruido, los moteros pijos (Frankie Morello) el blanco supeditado a lo elegante (Valentino), pantalones suaves muy lavados y arremangados (Bottega Veneta), mocasines y zapas muy diseñados (Rosetti), sombreros de paja vintage (Borsalino), laminados metálicos de futuro (Ferragamo), fantasías de cuadros y rayas anchas para monos camiseros (Miuccia Prada); la piel retro (Fay) y trencas tecnológicas con bermudas (Van Noten).

Desde el sábado pasado la cosa se ha animado en los desfiles masculinos de Milán con las propuestas de las grandes firmas. Missoni estuvo brillante aludiendo al viajero global que busca el mar, con los jerséis muy luminosos y coloristas donde el tema básico eran las olas; la decoración era de pulpos y ballenas sobre las camisetas de lujo. Jil Sander (diseñado por Raf Simons) se refugia en la transparencia y el nailon, con pantalones muy anchos a veces a la rodilla; Burberry (dibujado por Christopher Bailey) se inspiró en el surf, mientras Donatella Versace buscó lujo sensual con sus gabardinas que son más cosas a la vez y las cazadoras blancas muy ajustadas, las camisetas sin mangas para lucir bíceps, sin olvidar a Zegna Sport con su revolucionaria solar jacket, que lleva al cuello dos pequeños paneles solares.

La nota más emotiva fue el desfile del recientemente desaparecido Gianfranco Ferré, con lágrimas y aplausos, los modelos históricos desfilando y al final 26 niños con camisas blancas de adulto: la prenda preferida del arquitecto-modista.