La teóloga de los robots
¿Sueñan los androides con Dios? "Quizá lo hagan algún día", dice Anne Foerst, profesora de Informática y Teología en la universidad franciscana de Saint Bonaventure en Olean, Nueva York (Estados Unidos).
Foerst, también pastora luterana, fue consejera teológica para el grupo de Inteligencia Artificial que construyó los robots humanoides Cog y Kismet, en el Massachusetts Institute of Technology de Boston (MIT). Cog se parece a un torso humano e interacciona con el ambiente; Kismet es un robot social, una cara que reacciona ante una persona mostrando todo tipo de emociones. Si el Comandante Data, el humanoide de la serie Star Trek, se llegó a preguntar si las creaciones de los hombres tenían alma, Foerst piensa que el robot Cog podría tener alma.
"¿Por qué no puede tener alma un robot? Si es suficientemente inteligente, ¿por qué Dios no puede establecer una relación con él?", declaró un día Anne Foerst". De acuerdo con el concepto bíblico, dice esta tecnoteóloga, el alma no es sólo algo individual, sino también social, "y me pertenece por participar en comunidad", dice Foerst, quien recientemente impartió una conferencia en Barcelona.
La autora del controvertido libro God in the machina: what robots teach us about humanity and God ('Dios en la máquina: lo que los robots pueden enseñarnos sobre la humanidad y Dios'), considera que si somos capaces de construir humanoides con suficiente inteligencia social, "entonces sí podrán participar en sociedad". Será entonces cuando, vaticina, tengamos los verdaderos problemas éticos: "Cuando existan robots que tengan emociones, que interactúen con nosotros, ¿cómo los trataremos?". Son cuestiones que tienen numerosas ramificaciones sociales, dice, "aunque aún falta mucho para que veamos aparecer este tipo de robots".
La robotética
Entonces, si los humanoides salen de los laboratorios a la calle, habrá que ver qué normas de urbanidad se establecen, la robotética. Corea del Sur plantea adoptar un código para robots, pero Anne Foerst no cree que sean necesarias normas como una Ley Cero de la robótica, que el escritor y científico Isaac Asimov puso por encima de las tres leyes robóticas que también enunciara. La Ley Cero decía que "un robot no puede hacer daño a la humanidad o, por inacción, permitir que la humanidad sufra daño".
No hace falta ninguna ley adicional porque, dice la teóloga, ya existe una ética construida a partir de los Diez Mandamientos y otros códigos religiosos semejantes, que dicen: "Ama a tus vecinos, respeta, no mates, no robes...". Foerst asegura "que no los seguimos ciegamente para saber qué tenemos que hacer, sino porque pensamos que es lo correcto".
Por ello, cuando un humanoide tenga características que hagan posible su participación en nuestra comunidad, automáticamente deberá participar en esas leyes, que son una fusión de interacciones sociales, afirma. Del mismo modo, Foerst descarta programar los humanoides para un comportamiento ético, "no podríamos tener empatía con ellos".
Mientras, Cynthia Breazeal, la creadora del robot Kismet, trabaja ahora en Leonardo, un robot social con forma de animal. "Es incluso más inteligente que Kismet; tiene un nivel de conocimiento ligero, pero como tiene forma de animal no produce la misma interacción con los humanos", dice Foerst. Esta especialista en analizar la espiritualidad de las máquinas y su interacción con los humanos, considera que mientras que los propietarios de una mascota, ya sea un perro o un gato, piensan que se comunican con ellos, los humanoides, "los robots que están siendo construidos a nuestra imagen y semejanza, sí serán capaces de comunicarse con los humanos; tendremos más empatía con ellos y formarán parte de nuestra comunidad. Será fascinante ver cómo nos relacionaremos con los robots, porque pueden enseñarnos mucho".
La hora de la muerte
¿Por qué a una informática le dio por estudiar teología? "Siempre me había fascinado conocer cómo funcionan los humanos, como interactúan, pero soy mejor investigadora de la tecnología". La cuestión es, dice Anne Foerst, "¿podemos reconstruir cómo son los humanos mediante inteligencia artificial? La inteligencia artificial clásica", añade, "ha intentado construir mentes que resuelvan problemas matemáticos o jugar al ajedrez, pero de repente intentamos crear inteligencia artificial basada en la idea del cuerpo que ha evolucionado y de que nuestra inteligencia social es producto de esa evolución".
Foerst cree que el sentido humano de la muerte marcará una de las diferencias con los futuros humanoides. "La muerte nos hace humanos, sabemos que un día moriremos y nos preguntamos: ¿cuál es el sentido de la vida? Los animales saben cuándo está próximo el momento de morir, pero somos el único animal que entiende que va a morir un día, incluso en nuestros primeros momentos de vida. ¿Y cómo podemos introducir eso en un robot?, porque un robot por definición puede ser reparado".
FOERST: www.sbu.edu MIT: www.ai.mit.edu/projects/humanoid-robotics-group
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