Un 'brasileño' nacido a los pies del Micalet
El jesuita Francisco Almenar lleva 37 años en Brasil junto a los excluidos y luchando por mejorar sus condiciones de vida
Paco Almenar nació a espaldas de la plaza de la Reina de Valencia, "casi al lado del Micalet", hace 57 años, pero se siente un brasileño más después de pasar 37 años en distintas zonas de este país viviendo junto a los pobres y excluidos. "Me nacionalicé hace años y ya he votado unas siete u ocho veces a Lula [da Silva, presidente del país]", comenta este jesuita con un claro acento portugués. "Sigo viendo en él a una persona honesta, ha sido el único presidente que ha hecho algo por repartir la renta y la riqueza en el país", apunta, a pesar de los problemas de corrupción que ha habido en su entorno. "Ya se sabe, al poder se arrima todo el mundo".
Si una de las críticas que con más frecuencia se vierten contra la Iglesia es su alejamiento de la realidad, este reproche está fuera de lugar al hablar de Almenar. Ingresó en la orden con la intención de ir a Brasil, y lo consiguió con sólo 20 años. Allí su opción ha sido siempre vivir con las personas que menos tienen . "Como no me siento con vocación ni cualidades de liderazgo ni de organizar pastorales o administraciones pedí que me permitiesen vivir con y como los pobres". Así lo ha hecho. Primero en la zona del noreste, una zona azotada por sequías donde el hambre se cobraba la vida de casi uno de cada dos niños. Allí permaneció unos 20 años con estancias en lugares como la favela Rociña, "el mayor conjunto de chabolas de América Latina".
Desde hace once años vive en las proximidades de Manaos, una ciudad en pleno Amazonas con una comunidad denominada Equipo Itinerante, integrada por religiosos y laicos. Allí conviven con indígenas, marginados urbanos o inmigrantes llegados de zonas más pobres del país que viven en los arrabales o en infraviviendas. Almenar habla de religión como acción y cambio social -"tenemos que humanizar este mundo", comenta-. Es un discurso que suena muy parecido al de Pere Casaldàliga, obispo emérito de Sao Félix do Araguaia (Brasil) -con el que coincidió en el país hace décadas-, al de Jon Sobrino o Leonardo Boff, todos ellos vinculados a la Teología de la Liberación. Y que toma más cuerpo cuando habla de las nuevas tendencias con las que la Iglesia Católica combate, especialmente en Latinoamérica, el impulso de los cultos evangélicos, los llamados movimientos carismáticos. "Son oraciones intimistas, celebraciones preciosas, con música, pero que no tocan lo social", afirma. "Prefiero iglesias con 10 veces menos gente pero con cristianos verdaderamente comprometidos en cambiar este mundo injusto".
Almenar, que vino a Valencia a recibir un homenaje, insiste en que sólo quiere ser puente: "Yo lo que quiero es aproximar a los pobres, que tengan voz y les escuchemos, y en España hay muchos inmigrantes, marginados, desempleados...".
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