El reloj de María Zambrano
Está aquí una de las pocas estaciones ferroviarias del mundo que no tienen reloj, quizá la única: es la nueva estación de Málaga, la María Zambrano, aunque la gente la conoce por el nombre de Vialia, centro comercial con cines. Me fui de viaje, busqué el reloj en la estación, pregunté. Todavía está en obras la estación, me dijeron, no hay reloj, aunque salen y llegan los trenes a horas fijas, y funcionan todas las tiendas espléndidamente, y se proyectan ahora mismo 14 películas distintas en los Lux Cinemas Vialia.
Quizá las nuevas estaciones no necesiten reloj, convertidas en centros comerciales, esos nuevos centros de concentración festiva, religiosa. Marcel Proust veía la estación como una especie de catedral medieval, lugar de excepción, a la vez dentro y fuera de las ciudades, en otro mundo. Tenían una cara urbana: la puerta y las salas de recepción, hospitalarias, arquitectónicamente acogedoras, ciudadanas. Y otra parte hacia el exterior: vías, andenes, vagones y máquinas, la parte industrial, extraña y temible. Pero el crecimiento de las ciudades ha ido tragándose las viejas estaciones, como se ha tragado la de Málaga, destruida para transformarse en gran centro comercial.
La antigua estación, como ha contado Rosario Camacho, fue construida en los años sesenta del siglo XIX para traer carbón a los altos hornos de Málaga desde el Valle de los Pedroches. Jorge Loring, el empresario que impulsaba el proyecto, era también coleccionista de piezas arqueológicas romanas. Hubo en Málaga otra estación, la del ferrocarril de vía estrecha que recorría la costa, levantada a principios del XX con una fachada de columnas dóricas sobre pedestales, que veo como un homenaje a los sueños romanos de Loring, descendiente de republicanos puritanos de Nueva Inglaterra. Lo que queda de esa estación se ve todavía a la entrada del puerto, con su reloj, "elemento característico de las estaciones", dice Rosario Camacho.
Probablemente la nueva estación de Málaga no sea una estación, sino un centro comercial con trenes. No es María Zambrano. Es Vialia. En una estación hay necesidad de un reloj único, presidencial, orientador, que mida el tiempo por igual para todos. Conviene siempre saber exactamente la hora del tren, la que vale para todos los pasajeros. En las estaciones se echa de menos una hora común a todos, independiente de lo que diga el reloj de cada uno. Pero en un centro comercial cada uno va a lo suyo, con su tiempo interior, y es mejor olvidar el tiempo en el errar de un mostrador a otro, y de escaparate en escaparate.
Ahora hay lo que antes no había: un corte radical en el paso a los andenes, exclusivo para los pasajeros del tren. Se ha difuminado un rito esencial de las estaciones: el momento de la separación indeseable, traumática. Ya no hay despedidas cinematográficas al pie del vagón, lacrimógenas, de amantes y soldados en guerra, la ceremonia de los adioses: dejamos al amante y dejamos a la persona que fuimos una vez. Por los andenes flotaba un fantasma: la posibilidad de ser otro, en otro sitio, con otras posibilidades, algo no necesariamente doloroso. Vittorio Roda me recuerda Corto viaje sentimental, de Italo Svevo, donde el protagonista, a punto de tomar el expreso Milán-Trieste, se creía obligado a fingir una tristeza que no sentía.
Hoy tenemos posibilidad de renovarnos sin salir del centro comercial, cambiando de gustos, ropa, música, lecturas, películas, e incluso de ciudad, si compramos un viaje. Un centro comercial nos ofrece la vía hacia otras influencias, otras ideas, otros hábitos. En caso de que el cambio nos sea difícil, inconcebible, podemos olvidarnos de nosotros mismos comprándonos cosas para dejar que se nos vaya un rato la obsesión por nosotros mismos. Es una manera de olvidar las horas que se van, el tiempo, aunque aquí me viene a la cabeza una imagen enigmática de la filósofa María Zambrano: "El tiempo es lo que no nos abandona". En la nueva estación de Málaga han procurado que olvidemos el tiempo: es una estación limpia, sin tiempo ni humo de locomotora vieja. No puede haber reloj en Vialia porque no es una estación: es un centro comercial.
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