La despedida del alcalde Nadal
El controvertido primer edil de Tarragona abandona el puesto que ha ocupado los últimos 18 años
Joan Miquel Nadal tuvo ayer la tarde libre. Su agend a, apretadísima a lo largo de los últimos 18 años, estaba en blanco: únicamente debía firmar varias actas a diversas entidades de la ciudad de Tarragona en las que se despedía de ellas tras 18 años al frente de la alcaldía.
El convergente Nadal, el alcalde que más tiempo ha ocupado el cargo en la ciudad en democracia, se prestó ayer a pasar su última mañana al frente del Consistorio pegado a los micrófonos de la emisora municipal a lo largo de unas tres horas y media. En este largo tiempo aseguró que se convertirá en un "ciudadano normal" a partir de hoy. Era el momento de despedir a un alcalde del que nadie discute que ha transformado a mejor la ciudad, desde su casco antiguo a su economía o patrimonio cultural, y quizá por esta razón ni siquiera ayer se mencionaron las sombras de su largo mandato.
Nadal (CiU) accedió a la alcaldía a través de una moción de censura que relegó a la oposición al socialista Josep Maria Recasens en agosto de 1989. "Los políticos tenemos cierta tendencia a decir que estaremos poco en el poder, pero lo ansiamos", reconoció ayer el alcalde, que en su despedida se mostró partidario de una modificación legislativa para fijar un límite en el cargo en "ocho o diez años". "Esto animaría al político a actuar y al partido a buscar sustituto", añadió el todavía alcalde en funciones hasta las doce del mediodía de hoy.
Su relevo en CiU ha sido traumático y motivó una agria disputa pública entre los dos socios de Convergència y Unió para situar cada formación a su candidato como jefe de filas del municipio. La fuerte personalidad y el populismo de Nadal, ganados a base de un discurso radicalmente identitario de lo tarraconense, ha eclipsado a su entorno político, hasta el punto de que su marcha ha significado que CiU cosechara los peores resultados en unas municipales desde 1983.
El carácter del alcalde quedó ayer claro. En el salón de plenos de Tarragona el calor es a veces insoportable y en no pocas ocasiones la oposición ha pedido la instalación de aire acondicionado. Aparte del precio de la instalación, Nadal explicó ante los micrófonos de la radio local el motivo de su negativa: "Los plenos son más el momento de la oposición que del alcalde, y si hubiera puesto el aire acondicionado éstos no se hubieran terminado nunca".
Ayer, Joan Miquel Nadal tuvo que escuchar los reproches de los periodistas. "Nadal ha tenido los medios de comunicación a su servicio. Se ha caracterizado por conocer a fondo los mecanismos que generan un titular y ha sabido ponerse en el centro de atención porque le interesaba", le espetó el presidente de la demarcación de Tarragona del Colegio de Periodistas de Cataluña, Ignasi Soler. Los colegiados tarraconenses premiaron a Nadal el año pasado con el Premio Petxina Tancada, que distingue a personas o instituciones que dificultan la labor periodística, y ayer el alcalde recogió el trofeo, un año después de su concesión. Nadal justificó su particular relación con los medios y admitió haber colaborado "con algún periodista para inventar algo que llenara el sábado y el domingo", porque, justificó, "yo comenzaba la campaña electoral el día después de las elecciones".
La emisora municipal organizó un cara a cara entre el alcalde saliente y el que hoy tomará posesión, el socialista Josep Fèlix Ballesteros. "Le deseo lo mejor. Espero hacer lo que ha hecho él: dejar la ciudad mejor de lo que la encuentre", dijo el socialista. "Le deseo todos los éxitos", le respondió Nadal. Ambos se fundieron en un abrazo. No hubo un solo reproche.
Atrás quedaban ya los cuatro últimos años de mandato, marcados por agrias polémicas como el escándalo urbanístico Terres Cavades, que obligó a dimitir al concejal de Urbanismo, o el sobrecoste del aparcamiento Jaume I, de los que el PSC ha obtenido un evidente rédito electoral que le ha dejado fregando la mayoría absoluta.
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