La mujer barbuda

PREGUNTA para el examen de selectividad: ¿cuántos poetas había en la antología más famosa de la literatura española moderna, la que, preparada por Gerardo Diego, consagró a la generación del 27 en 1932? Exacto, la respuesta es 17. ¿Y cuántas mujeres? Ninguna. En la edición ampliada de 1934 eran 2 -Ernestina de Champourcín y Josefina de la Torre- entre 31. Podría decirse que el arte no es democrático, no atiende a cuotas y es un reflejo de la sociedad que lo produce. El caso es que en los cánones de la otra promoción clásica del siglo XX, la de los años cincuenta, la única mujer con plaza titular ha sido, durante décadas, María Victoria Atencia. La cosa no mejoró con la generación del 68, abanderada de la ruptura. La única poeta entre los míticos nueve novísimos de Castellet era Ana María Moix. La democracia abrió el punto de mira e inauguró, de la mano de la sociedad del espectáculo, una modalidad de lectura emparentada, por su lado perverso, con el trato que los visitantes de las antiguas ferias daban a la mujer barbuda. Había, por fin, sitio para las poetas, a condición de que fuera sólo una y joven. La aparición en 1981 de De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall, de Blanca Andreu, encendió un foco de cuyo deslumbrante influjo han conseguido, con talento y una obra que ha seguido creciendo, resguardarse escritoras como Luisa Castro, Carmen Jodra y Elena Medel. Los premios nacionales otorgados en los últimos años a dos excéntricas, es decir, alejadas del centro, como Chantal Maillard y Julia Uceda, parecen, además, romper la tendencia ferial. ¿Más pistas de ese cambio de rumbo? Los libros. En 1997 apareció Ellas tienen la palabra (Hiperión), una imprescindible antología que reunía a 41 autoras nacidas a partir de 1950. Diez años después aparece En voz alta. Las poetas de las generaciones de los 50 y los 70 (Hiperión), que complementa la también reciente Mujer que soy (Bartleby), más centrada en la poesía social. Aunque sea una anomalía separar a los niños de las niñas, esos tres libros están llenos de pistas para seguir leyendo.
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