Un jabalí junto a la M-30
La policía abate a un animal que aparece de madrugada en la colonia del Manzanares tras cruzar el río desde El Pardo
Más que susto fue sorpresa lo que sintieron los vecinos de la calle de Santa Pola, 11, en la colonia del Manzanares, cuando alrededor de las ocho de la mañana de ayer vieron a "unos 10 policías" correteando por los jardines que separan los bloques de ladrillo de sus casas: los agentes no perseguían a un peligroso delincuente, sino a un jabalí que allí andaba, en plena ciudad pero en el extremo en que ésta se convierte un poco en campo. Pobre bicho. Y menudo bicho. El jabalí, de más de 100 kilos de peso, procedente, según sospecha la Policía Municipal, del monte de El Pardo, fue abatido por los agentes tras varios intentos de capturarlo.
Pilar y Pedro, un matrimonio mayor, vieron desde un cuarto piso toda la peripecia. Cómo "cuatro coches de policía y ocho motos" cerraban la zona; el intento de los agentes de la Brigada Canina de capturar al jabalí al lazo; el disparo "de carabina", cuenta Pedro, con un tranquilizante para dormir al animal; y, finalmente, los tiros de pistola que le pegaron al bicho acorralado que se resistía. Luego lo metieron en una de esas bolsas siniestras donde se recoge a los muertos, dieron una pasadita con agua a presión para borrar los restos de sangre sobre la hierba donde cayó, y todo volvió a la normalidad.
La explicación más probable es que procediera del monte de El Pardo
Las piaras de jabalíes que rondan urbanizaciones de Las Rozas son noticia estos días, pero, ¿cómo y por qué llega un jabalí hasta donde lo hizo ayer? ¿Sorteó la M-30 y el cruce del Puente de los Franceses que está a escasos metros?
La explicación más probable es que procediera del monte de El Pardo, la masa boscosa de 15.820 hectáreas que cierra Madrid por el noroeste, el lugar más cercano donde habitan estos animales. Patrimonio Nacional, titular de los cotos de caza del monte, censa en 100 cabezas los jabalíes que moran en ellos. "Viven en libertad en la zona que linda con la carretera de El Pardo a partir de Somontes", explican. "Pero no podemos saber si salió de El Pardo o no, porque no están marcados", añaden. La Guardería del monte no echaba en falta ayer a ningún jabalí.
El propio río que llega a la colonia tras cruzar El Pardo de cabo a rabo pudo ser la vía de acceso. El barrio, en una estrecha lengua de terreno urbanizada desde principios del siglo XX, está limitado por el Manzanares a un lado y la M-30 al otro. De la Casa de Campo que abraza la circunvalación por la otra banda no llegó el jabalí porque, que se sepa, allí no trisca el Sus Scrofe, nombre científico de estos cerdos montaraces. En cambio, desde el Puente de los Franceses que salva el afluente del Jarama, en el punto en el que comienza el encauzamiento del río con grandes piedras, se aprecia el curso sin domar, con vegetación de ribera y vados de arena que permitirían el paso del bicho desde El Pardo. Además, aseguran los zoólogos, el jabalí es un gran nadador.
"Los jabalíes de El Pardo son muy mansos", explican en Patrimonio. Están acostumbrados al contacto con el hombre porque se les alimenta "sobre todo en verano", cuenta una portavoz. El resto del año comen lo que pillan (son omnívoros) y se pirran por las bellotas, como sus parientes evolucionados de Jabugo, trufas y tubérculos. En El Pardo afirman que su perímetro está vallado para evitar que escapen y que "quizá pudo huir por el río de un perro o algo que le asustara, porque en este tiempo tienen suficiente comida".
Jesús Fernández, veterinario y director técnico del Zoo, apunta a la búsqueda de manduca como una causa del viaje del jabalí. "Son muy voraces", señala. "En Barcelona están teniendo el mismo problema con los que bajan de la sierra de Collserola hasta lugares céntricos, como si aquí llegaran a plaza de Castilla", compara Fernández, que ve en el aumento de población la causa de su expansión. "Hoy no tienen depredadores como las águilas reales o los lobos, así que de cada siete jabatos que puede tener una jabalina al año sobreviven casi todos", explica, "lo mismo que las gaviotas, que cada vez son más y buscan comida donde pueden".
Fernández afirma que los jabalíes son diurnos con un pico de actividad que se produce a primera y última hora del día, "aunque los que viven cerca de grandes ciudades tienden a ser más noctámbulos para evitar a la gente", costumbre que podría explicar la hora a la que apareció el aventurero.
Los vecinos de la calle de Santa Pola no recuerdan un suceso similar al ocurrido. "Bueno, un toro que llevaban al matadero de Arganzuela [allí estuvo hasta los ochenta] se escapó y anduvo por aquí, pero eso fue hace más de 30 años", cuenta una vecina. "El animal se revolvía cuando lo intentaban atrapar, pero no fue agresivo, ¡aunque sí que corrían los policías, sí, cuando se movía!", dice Pedro entre risas. "¡Ya podían habérnoslo dejado, que los chorizos de jabalí están buenos!", terciaba Pilar a su marido. En el portal queda el seto de mirto dañado donde se refugió el jabalí y los pétalos de rosa caídos por tierra cuando el cuerpazo compacto del animal agitó los arbustos.
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