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Reportaje:LA ESPAÑA DE 1977 | LA DEMOCRACIA CUMPLE 30 AÑOS

Sin divorcio y sin IRPF

Las mujeres tenían que pedir permiso al marido para abrir una cuenta bancaria

Un país sin divorcio, sin aborto, sin libertad para los homosexuales, sin IRPF (aunque esto quizá no lo lamentaran todos), y saliendo apenas de figuras legales como el permiso marital para abrir una cuenta corriente o viajar. Así era la España de 1977, que se desperezaba del largo letargo participativo y se preparaba para ir a las urnas.

Los presos políticos empezaban a salir de las cárceles, los comunes de la Coordinadora de Presos en Lucha (COPEL) se ponían en huelga de hambre; ETA tenía secuestrado a Javier de Ybarra -al que después asesinaría- y cometía 15 atentados en un fin de semana, y los GRAPO mataban guardias civiles en Barcelona. El país comenzaba a dar síntomas de cambio, y se planteaba hacer una Ley de Divorcio.

Fraga: "Los comunistas prostituyen a la juventud para después poder dominarla"
Catorce niñas se desmayan tras rezar tres horas "para que salgan bien las votaciones"
Radio Nacional emitía el Ángelus a mediodía y los cines proyectaban 'Virilidad a la española'
Una semana en Ibiza, 5.900 pesetas. Zapatero podía tomar seis cafés con 0,80 euros
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NUEVOS DERECHOS

Los periódicos iban hasta los topes de propaganda electoral de unos señores -prácticamente todos varones- entonces jovencísimos, muchos de los cuales se quedaron, políticamente hablando, en el camino. Los que siguieron adelante son perfectamente irreconocibles con respecto a las fotos de entonces, donde tenían más pelo, menos canas y menos kilos: Fraga, ya con entradas capilares, pero siempre manteniendo el aire de a mí Sabino, que los arrollo; Felipe González, de progre prometedor; Adolfo Suárez, hecho un dandi.

El entonces bisoño líder socialista venía, por cierto, sediento de mitin, a juzgar por nuestra noticia: "Felipe González sigue protestando por la brevedad de la campaña". Aunque la víspera de ir a las urnas pareciera haber cambiado de opinión: "De veinte días de campaña nos han sobrado diecinueve". Pero para frase, la de Fraga, siempre genio y figura, advirtiendo en Alcalá de Henares: "Los comunistas prostituyen a la juventud para después poder dominarla".

Del ardor preelectoral que cruzaba el país de norte a sur da idea la noticia del desmayo de 14 niñas en un colegio de Vigo, tras pasarse tres horas rezando "para que salgan bien las votaciones". Las monjas estarían muy por la labor de las urnas, pero el padre de alguna de las orantes montó un número considerable, con denuncia incluida. De que lo que se venía encima era inusual y, quizá para algunos, incluso peligroso, queda constancia en este titular de entonces: "Las Fuerzas Armadas defenderán el derecho a votar".

Triunfaba el joven tenor José María Carreras (sic). Radio Nacional seguía rezando el Ángelus a las 12.00 (aún no había llegado Eduardo Sotillos a buscarse la condenación eterna). Moría Roberto Rossellini, ajeno a que en nuestra tele, la única que había, nos ofrecían Marco (lágrimas), La casa de la pradera (más lágrimas) y los payasos Gaby, Miliki y Fofito (casi que más lágrimas aún).

¿Y los cines, que, por cierto, estuvieron de huelga algunos días antes del 15-J? Pues nos proponían, con localidades entre 100 y 125 pesetas, películas como Cambio de sexo, Virilidad a la española, ¡Para nosotros las inglesitas!, Problemas sexuales de un adolescente, El apolítico o ¡Bruja, más que bruja!, trufados con Buffalo Bill, Taxi Driver y Esplendor en la hierba. Mayormente predominaba el tema sexual, sector quiero y no puedo. Baste recordar que el Último tango en París, de Bertolucci, no se estrenó hasta diciembre.

Como todas las artes suelen correr en paralelo, en el campo literario tampoco nos quedábamos atrás. La Feria Nacional del Libro, que así se llamaba, presentaba títulos del tipo Oh, España; ¿España hacia la democracia?, Oscuro amanecer o El desfile de la victoria. Había muerto Franco, pero en algunos ámbitos nos costaba enterrarlo del todo.

En el terreno deportivo había cosas por las que no ha pasado el tiempo. El ahora seleccionador nacional de fútbol jugaba en el Atlético de Madrid, y sobre él comentábamos: "Sigue sin confirmarse la continuidad de Luis". Es decir, como en la vida misma 30 años después. Otra noticia encerraba todo un mundo de posibles interpretaciones: "El Rayo-Getafe no estará amañado".

Los precios se elevaron entre enero y abril un 9%, lo que entonces tenían previsto los países de la OCDE para todo el año. Los precios de los coches subieron tres veces en 12 meses. Una semana en Ibiza costaba 5.900 pesetas (35 euros); en Galerías Preciados, hoy desaparecidas, podía comprarse un vestido de señora "modelo envolvente, en popelín poliéster", por 1.350 pesetas (menos de 21 euros); y dos jóvenes modelos masculinos de pintilla más bien camp anunciaban que en El Corte Inglés había "trajes frescos" desde 5.500 pesetas.

Dos turistas denunciaban el precio abusivo de una jarra de sangría en el restaurante Copacabana de Valencia, 180 pesetas, lo que le valió un expediente al propietario.

Eran tiempos en los que se podía comprar un piso de 110 metros en el barrio de Salamanca de Madrid por cinco millones de pesetas (no saquen los 30.000 euros, porque ya no quedan); el periódico costaba 15 pesetas; la barra de pan, 17, y el café, una media de 20 (es decir, que Zapatero, con sus 80 céntimos de euro, hubiera podido tomarse por lo menos seis). Y tiempos en los que, si uno iba a Óptica San Gabino y se colocaba unas "gafas funcionales" por el equivalente a seis euros, podía observar con mayor nitidez el clima político y social que se vivía en España hace 30 años.

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