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Simon Peres alcanza a los 84 años la presidencia de Israel

El Nobel de la Paz, antiguo laborista, llega al cargo tras una carrera de fracasos electorales

"Te casaste con un granjero y ahora tienes a un presidente", fueron las primeras palabras de Simon Peres a su esposa, Sonia, tras ser elegido ayer presidente del Estado de Israel. En el último gran examen de una dilatada carrera, Peres, de 84 años -la mayoría en el laborismo, desde el que pasó a Kadima en 2005-, superó la pesada losa de ser "el eterno perdedor en la historia del país" y logró el respaldo de 86 de los 120 diputados del Parlamento israelí.

La victoria de Peres se considera una relativa sorpresa no sólo por tratarse de quien ha perdido casi toda contienda electoral en los últimos 60 años sino, sobre todo, por la gran diferencia respecto a su rival, el candidato derechista del Likud, Reuven Rivlin. En la primera vuelta, Peres consiguió 58 votos, por 37 de Rivlin y 21 de la laborista Colette Avital. Tras este resultado, los dos últimos se retiraron y aconsejaron votar a Peres en una segunda y testimonial ronda, que sirvió de homenaje al que ha sido diputado desde 1959.

"Estoy emocionado y también sorprendido ya que, perdónenme, no me esperaba este apoyo tan masivo. Soy consciente de la importancia del cargo que asumo y espero representar a Israel tal y como se merece", aseguró Peres para añadir ya en el tono solemne que deberá lucir los próximos siete años: "Nunca he perdido la esperanza de que todos juntos podremos llevar a Israel a superar los retos y, por todos, me refiero a judíos y árabes, a la izquierda y a la derecha, a drusos, a circasianos y a todas las demás minorías".

Por la mañana, Peres no las tenía todas consigo. Sobre todo por su historial y por su penúltima derrota de 2000, entonces como candidato laborista, cuando el gris Moshe Katsav ganó de forma imprevista. En esa ocasión, muchos diputados que le prometieron su voto, le dieron finalmente la espalda. Para evitar otro fracaso, Peres estuvo durante toda la sesión parlamentaria sentado al lado de Eli Ishai, líder del partido ultraortodoxo Shas, para asegurarse de que sus 12 diputados le apoyaban. "Es verdad que ideológicamente estoy a años luz de Peres, autor de los desastrosos Acuerdos de Oslo con el terrorista Yasir Arafat, pero reconozco que es la personalidad israelí más respetada en el mundo. Bueno, además yo obedezco las órdenes de nuestro líder, el rabino Ovadia Yosef", confesaba el diputado ultraortodoxo Benizri.

"Tras los turbios asuntos de Katsav, la presidencia del Estado vuelve a tener el honor que merece", decía ayer un diputado. Además de firmar indultos a presos, el cargo de presidente en Israel es efectivamente solo eso, honor, símbolo de unidad y representación del país en el extranjero. Funciones no muy compatibles con los presuntos casos de violación y acoso sexual que ha protagonizado Katsav.

El ministro de Interior y dirigente de Kadima, Roni Bar-On, estaba radiante: "No era sólo la apuesta de nuestro partido, sino del 80% de los israelíes, que reconocen su brillante historial y decisiva aportación al país".

El viaje político de Peres (Premio Nobel de la Paz en 1994) empezó en los años cincuenta bajo la protección del entonces todopoderoso laborista David Ben Gurion y acabó ayer elegido ciudadano número uno de Israel. En 2005, tras ser derrotado como líder laborista por Amir Peretz, dejó el partido y fundó Kadima junto con Ariel Sharon y Ehud Olmert.

Tras ocho derrotas electorales, Peres ha conseguido su victoria más dulce, convirtiéndose en el noveno presidente del país. Su éxito es también el del jefe de Gobierno, Olmert, que en sólo 24 horas ha conquistado, como decían ayer los analistas israelíes, el doblete: la elección como presidente de su candidato y hasta ayer viceprimer ministro y la victoria de su amigo Ehud Barak como líder laborista y futuro ministro de Defensa.

Peres (izquierda) recibe la felicitación de Olmert tras ser designado presidente de Israel.
Peres (izquierda) recibe la felicitación de Olmert tras ser designado presidente de Israel.AP

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