Practicar el aburrimiento
Cuando Newton vio caer aquella manzana, todo apunta a que estaba en un momento de "no hacer nada". Cuando Arquímedes descubrió su famoso principio, parece que fue en su tiempo de ocio. Hasta cuando Alex Fleming descubrió la penicilina, fue por una casualidad durante un tiempo "muerto". Hoy en día está muy mal visto eso de "perder el tiempo", o de forma más técnica, practicar el aburrimiento. Tenemos unas agendas saturadas de tareas y la muletilla "no tengo tiempo" o "cuánto tiempo libre tienes" están a la orden del día.
Especialmente preocupante es el caso de los niños, víctimas de una sociedad tan competitiva, que hoy en día lo de ir al colegio es como el aperitivo del resto de actividades extraescolares. Se mezclan por un lado las ganas de los padres y madres de tener unos hijos "once" y por otro se da el perverso hecho de que los niños tienen diseñados unos horarios en función de cuándo sus padres podrán ocuparse de ellos. Niños saturados que no tienen tiempo para aburrirse; un ejercicio necesario para desarrollar la imaginación, forjar la personalidad, poder pensar, reflexionar, acertar y equivocarse... y sin la pretensión de que sea un tiempo "rentable". El aburrimiento no garantiza que caiga la manzana, tampoco ayuda a tener un genio en casa... pero es esencial para que los niños tengan una infancia que les convierta en adultos de forma natural y equilibrada.
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