_
_
_
_
Reportaje:

El torbellino Fornesa se va

El presidente de La Caixa en los últimos cuatro años deja atrás más dinero para la obra social y una reorganización del grupo

Manda la tradición que la novia haga esperar al novio al pie del altar. Pero la tradición sólo se cumple si el padre de la novia no es un tipo prepuntual. Ricard Fornesa, el hombre que ha presidido La Caixa en los últimos cuatro años, el que le ha dado un golpe de timón social y el que pilotará la salida a Bolsa de sus participaciones industriales valoradas en 22.500 millones de euros, es eso, un tipo prepuntual. Y, por ende, un padre que ha hecho llegar a sus hijas a la Iglesia en punto.

La práctica del concepto de prepuntualidad por Fornesa es tan famosa que figura incluso en el discurso de elogio a sus méritos que pronunció el secretario general de la escuela de negocios Esade, Marcel Planellas, cuando el hasta ahora presidente de la primera caja de ahorros española fue investido Doctor Honoris Causa por la Universitat Ramon Llull, el pasado mes de mayo.

Fornesa transformó Agbar en una sociedad moderna y adaptada al juego democrático
El directivo practica la 'prepuntualidad', en la vida y el trabajo, para no llegar tarde a una cita

En la práctica, la prepuntualidad se traduce en llegar una hora antes a los sitios donde uno ha quedado con otro y en ponerse nervioso porque el otro no llega. Eso lo saben perfectamente los directivos del grupo Suez, socio de La Caixa desde hace 16 años en Aguas de Barcelona (Agbar) y Gas Natural, encabezados por su presidente, Gérard Mestrallet. A veces, en París, han llegado a una cita a la hora prefijada y se han encontrado a Fornesa algo mosca, con el tenedor en la mano.

Ricard Fornesa nació en Barcelona el 4 de noviembre de 1931, en el seno de una familia de banqueros de la Seu d'Urgell (Lleida), donde el año pasado, en el pregón de la Fiesta Mayor, apeló al "orgullo de la gente de montaña" para llevar a cabo los proyectos importantes para el pueblo. Y es un hombre activo, incapaz de estar sin hacer nada. Cuentan que ha prescindido de más de un jardinero en su casa de Premià de Dalt (Barcelona) porque no hacía las cosas exactamente como él quería, y que se ha puesto él mismo a cuidar de las plantas, ocupación que le gusta razonablemente.

-Señor Fornesa, ¿qué es lo que más le interesa en la vida?

Uno no sabe con qué le va a salir este hombre directo y de verbo atropellado, que ha causado más de un quebradero de cabeza (por lo deprisa que habla) a los intérpretes que traducían al francés las reuniones del consejo de administración de Agbar, que presidió durante 27 años.

De tirón, contesta:

-Lo que más me gusta es fijarme objetivos, crear un proyecto, enamorarme de él y realizarlo.

Fornesa estudió el bachillerato en el colegio La Salle Bonanova de Barcelona, donde ya es de sobra conocido que su camino se cruzó con el de su amigo José Vilarasau, de cuya mano aterrizaría años después en La Caixa. Se licenció en Derecho y en Administración de Empresas en la Universidad de Barcelona. Y ha contado a sus próximos que, tanto entonces como cuando, a los 25 años, se preparó para las oposiciones a abogado del Estado, fue de los que se levantaba a estudiar cuando sus colegas llegaban de una noche de resaca.

Fue entonces cuando aprendió a ejercitar su prodigiosa memoria. Hoy le gusta escribir sus discursos. Pero no los lee. Se los aprende y los recita.

Tras ejercer varios años y en distintos lugares de España como abogado del Estado, Fornesa fue nombrado delegado de Hacienda del Ayuntamiento de Barcelona. Y cerró con superávit los ejercicios 1976-77, año este último en que inició su vinculación con La Caixa como secretario general.

A los 48 empezó una nueva etapa en su vida, en Aguas de Barcelona (Agbar). Fornesa relevó allí en la presidencia al falangista Mariano Calviño de Sabucedo. Le colocó José María Sainz de Vicuña, quien fuera director general de Banesto. El hasta ahora presidente de La Caixa tomó la empresa en circunstancias difíciles y la transformó, combinando internacionalización y diversificación de actividades (agua, inspección de vehículos y seguros sanitarios).

El salto de tamaño del grupo fue imponente bajo su presidencia: en los ochenta arrancó con un volumen de negocio de poco más de 31 millones de euros y un beneficio neto por debajo de cuatro millones; cuando dejó la presidencia, en 2006, en manos de Jordi Mercader, Agbar registraba unos ingresos de 3.000 millones y ganaba 200 millones.

Sobre todo, la gestión de Ricard Fornesa, un hombre de orden, demostró que un directivo procedente de la derecha clásica y acostumbrado a una determinada manera de hacer las cosas "supo observar los cambios que se iban produciendo en su entorno para convertir el negocio en una sociedad moderna y adaptada al juego democrático", reflexiona un antiguo colaborador.

La sociología y la antropología le interesan. Las novelas le aburren. En su mesilla de noche pueden encontrarse ensayos y estudios de José Antonio Marina, David Lyon o Jeremy Rifkin.

Fornesa, que de forma intermitente ha tenido en la cabeza la idea de aliar Agbar con Gas Natural, sólo dejó la presidencia de la compañía de aguas para centrarse en La Caixa. Asumió la presidencia de la entidad de ahorro en lugar de Josep Vilarasau -apartado del cargo por una reforma de la ley de cajas bajo el Gobierno de CiU en la Generalitat, con el asentimiento del PP, entonces en el Gobierno central- el 20 de marzo de 2003. Fornesa había estado ligado a las torres negras de la Diagonal durante 30 años, como secretario general, como director general adjunto ejecutivo o como secretario o consejero.

Orquestó un pequeño terremoto en el grupo industrial de La Caixa, que dirigió Antoni Brufau hasta 2004. Vendió bancos y empresas y se quedó con los que considera "estratégicos": Telefónica, Gas Natural, Abertis, Agbar o Repsol. El valor de la cartera industrial no paró de aumentar, hasta los 22.500 millones de euros. La caja ganó 840 millones de euros en 2003. Y 3.025 millones en 2006. Además del tirón del negocio, las desinversiones reforzaron este importante aumento, que el año pasado convivió con una severa campaña de boicoteo fuera de Cataluña que le causó gran inquietud.

Fornesa ha tenido a Isidre Fainé como mano derecha en la dirección general. Hoy es el nuevo presidente. "Parecíamos una pareja de guardias civiles. Al final, iban a pensar mal", bromeaba el propio Fornesa en la asamblea general de La Caixa, ante la que se despidió el pasado jueves. Bajo su presidencia, la obra social de La Caixa pasó de 169 millones a 400 millones en 2007.

Sin cumplir todavía los 76, Fornesa ha adelantado el fin su mandato casi dos años, como "un último acto de servicio a la entidad", porque las continuas especulaciones sobre su sucesión y sus coletazos podían "dañar la estabilidad" de la caja, justificó. Dice haberse sentido apoyado por su mujer Memé, con quien ha tenido seis hijos. Fainé le despidió ante la asamblea general con un baño de elogios a su "capacidad de enfocar directamente los problemas, a su creatividad e intuición, a su marcado sentido del humor, a su frescura y actitud jovial".

Eso sí. No ha conseguido hacerse con Endesa. Tampoco ha conseguido dejar de fumar.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_