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La situación tras las elecciones
Columna
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Sin flagelación

El pasado miércoles se reunió la ejecutiva del PSOE de Málaga para analizar el resultado de las pasadas elecciones municipales. Allí estaban, encabezando el cónclave, la secretaria provincial Marisa Bustinduy (12 concejales obtenidos en Málaga de los 31 en liza) y Francisco Fernández España, secretario de Organización (ha perdido la alcaldía de Almáchar). No acudió representante alguno de Vélez, otro municipio donde las expectativas se han superado, pero para el PP. Tampoco de Marbella, donde ocurrió lo mismo con las expectativas, pero en mayor cantidad todavía para el PP.

"Tras varias horas de autocrítica, pero sin flagelarnos", en palabras del portavoz, la ejecutiva malagueña hizo un balance "positivo" de las elecciones, al considerar que se ha ganado "más poder municipal". Ante la supuesta aplastante victoria -el PP fue el partido más votado, pero el PSOE aumentó el número de concejales-, la primera iniciativa fue proponer a Salvador Pendón para presidir de nuevo la Diputación, después de lograr en su propio municipio, Ardales, bajar de 8 a 5 concejales.

En este ambiente de euforia, se resaltó la recuperación de algunas alcaldías en manos de otros partidos políticos: Alfarnate (1.027 vecinos con derecho a voto); Júzcar (169) y Cartajima (235). No es de extrañar que, ante lo emblemático de las alcaldías obtenidas, otro miembro de la ejecutiva, Francisco Conejo, coordinador del departamento de I+D, sentenciara: "Los resultados en las elecciones municipales demuestran la fortaleza del PSOE en la provincia". Estaban tan contentos, que se les olvidó incluso que en Benalmádena habían sido la lista más votada.

En cuanto a "más poder municipal", la ejecutiva, en su segunda iniciativa, dio luz verde a los primeros pactos de "progreso" en los municipios de Rincón de la Victoria y Estepona. En el primero, el PSOE dará la alcaldía a un independiente que se declara seguidor del PP pero que pactará con los socialistas porque "traerán más inversiones desde la Junta y la Diputación". Y han cerrado el pacto, aún a sabiendas de que el socio que se han buscado sólo escucha la COPE y cree en la teoría de la conspiración (así lo ha dicho un dirigente del PP para deslegitimar el acuerdo). Bueno, con este pacto, el PP ha dicho más cosas, que el independiente sólo quiere ser alcalde para dar un pelotazo urbanístico, curiosamente cuando el PP fue quién le ofreció primero la alcaldía.

El otro pacto de progreso se ha producido en Estepona. Allí, el acuerdo es con el PA, partido que ha logrado en Málaga el paso definitivo hacia la más absoluta irrelevancia. En Estepona, el anterior socio del PSOE era un grupo de exgilistas, por lo que habrá que reconocer que algo se ha avanzado hacia el progresismo.

Pero quién dice que no ha habido autocrítica. La han ejercido Ildefonso del Olmo en el Partido Andalucista y Enrique Bolín en su partido en Benalmádena. Ambos son un ejemplo de auto y de crítica. El primero era, en sí mismo, todo lo que quedaba de su partido en Málaga. El segundo era él mismo su propio partido. Los dos han dimitido tras un duro enfrentamiento consigo mismos.

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La autocrítica sin flagelación también la practica el presidente del PP en Málaga, Joaquín Ramírez, que iba en las listas de la capital de número dos para no ir a la capital sino para ir a la Diputación y ahora resulta que tampoco quiere ir a la Diputación. Aunque a Ramírez nadie le puede reprochar su lucha por la presidencia del organismo. Fue el muñidor de una operación política de envergadura en Benalmádena, donde auspició un pacto entre el PP y Bolín para concurrir juntos a las elecciones. Fue tal el éxito, que en vez de una única lista logró que hubiera gente del PP en tres candidaturas diferentes. Los resultados han confirmado lo acertado de la estrategia de Ramírez. La candidatura del PSOE ha sido la más votada en un municipio donde los socialistas miraron tres veces los resultados para creérselo. Pero, en fin, para qué flagelarse, si al final, como siempre, todos han ganado.

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