El centroderecha gana las elecciones locales de Buenos Aires
El multimillonario Mauricio Macri se enfrentará al candidato de Kirchner en la segunda vuelta
El multimillonario centroderechista Mauricio Macri obtuvo ayer una rotunda victoria en las elecciones a gobernador de la Ciudad de Buenos Aires tras imponerse con un 45% de los votos sobre sus dos inmediatos rivales, según los resultados oficiales provisionales. Daniel Filmus, candidato del presidente Néstor Kirchner y ministro de Educación, había obtenido el 25% de los sufragios, mientras el actual gobernador de la capital federal, Jorge Telerman, con un 21% de las preferencias electorales esta madrugada (hora peninsular española), quedaba fuera de la segunda vuelta que se disputará el 24 de junio.
Macri, líder del centroderechista Propuesta Republicana (PRO), se impuso en todos los distritos de Buenos Aires y con el triunfo logrado ayer se perfila como la figura emergente más importante de la oposición argentina. No en vano el presidente del Boca Juniors, que ha basado su campaña en la creciente inseguridad ciudadana que atraviesa la capital argentina, ha vencido ya en dos ocasiones consecutivas a las candidaturas apoyadas por Néstor Kirchner en la capital federal. El empresario, además, ha superado la barrera del 40% de los votos y saca al segundo candidato contrincante 19 puntos de ventaja. Ayer diversos dirigentes del PRO consideraban que con una diferencia de esa magnitud, su rival en la segunda vuelta debería retirarse.
Sin embargo, la victoria de Macri ha sido parcial ya que Kirchner ha conseguido que su candidato, casi un desconocido para los electores cuando se inició la campaña electoral, haya pasado a la segunda vuelta.
Daniel Filmus, encabezando la lista del Frente Para la Victoria (FPV), ha tenido que luchar no sólo contra su falta de penetración en el electorado, sino también con la mala imagen que tiene el Gobierno de Kirchner en la capital federal, cuya población es muy reticente a la gestión del mandatario.
Además, los vecinos de Buenos Aires consideran que el Gobierno federal trata con excesiva permisividad a sus grupos afines -piqueteros y sindicatos- que con protestas diarias convierten la vida cotidiana de la capital en una carrera de obstáculos.
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