El inspector Hormigón
COMO MAIGRET (pipa incluida), José Antonio Hormigón ha fijado los hechos "objetivos u objetivables" de la biografía de Valle con minuciosidad detectivesca. La base documental es apabullante: comienza con un detalladísimo árbol genealógico, aporta sus expedientes académicos e incluye hasta facturas personales. No ha dejado una piedra por remover. ¿Que dicen que Valle quiso ser fraile? Hormigón rastreará todas las cartujas, monasterios cistercienses y trapas existentes en la Galicia de la época. Ha buceado en archivos públicos y privados, hemerotecas nacionales y extranjeras, biografías, memorias y dietarios. Le sigue, prácticamente día a día, por Galicia, Madrid y Suramérica; nos lleva a sus tertulias, levanta acta de sus duelos y pendencias (revelando, con certificado médico, la verdadera causa de la amputación de su brazo izquierdo), narra sus relaciones con otros escritores (el apoyo incondicional de Benavente, la inquina inicial de Unamuno y Baroja) y establece el origen de muchos de sus personajes de ficción, como el Compadre Fidel o el ministro Paco de Luces de bohemia. Hormigón ofrece los hechos, las versiones contrastadas, y sus propios y jugosísimos comentarios, enmarcando cada pieza en su contexto histórico y cultural, conjugando los "momentos estelares" y lo aparentemente ínfimo en un impresionante fresco de época. Quienes se zambullan en sus páginas conocerán debates políticos, modas y costumbres, y las biografías paralelas de todos aquellos que se cruzaron en el camino de Valle, fueran Mateo Morral o el rey Jaime. Aquí hay material para incontables novelas: desde el día en que doña María Guerrero decidió (¡escándalo!) apagar por primera vez las luces de sala en su teatro hasta los documentos de la prensa de Hearst durante la guerra de Cuba, trufados de bulos suculentísimos. Dos perlas: "Los soldados españoles, como los toreros, cortan las orejas de los vencidos" y "Buffalo Bill encabezará en Cuba un ejército de cinco mil sioux".
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