Manuel Montilla, un as de la aviación republicana
Manuel Montilla, uno de los mejores pilotos de la aviación republicana, nació en Madrid el 10 de junio de 1918, en el seno de una familia de periodistas, intelectuales y militares. Su padre, el coronel Manuel Montilla Medina, era el propietario del Diario de la Marina y director de La Ilustración Militar. Su hermano Fernando, teniente de Regulares, murió en combate a los 19 años el 8 de octubre de 1914, en Izarduy (Tetuán). Su hermano Adolfo, capitán de Infantería, perdió una pierna en la guerra en Marruecos. Otro hermano, Julio, cadete de la Academia Militar, murió en la defensa del cuartel de la Montaña.
En 1932, Manuel, con 14 años y de ideas progresistas, fue miembro fundador de las Juventudes de Unión Republicana y colaboró con el que sería presidente de las Cortes Republicanas, Diego Martínez Barrio. Aprobó en la Universidad el primer curso de Ciencias Exactas y, a pesar de las desgracias de sus hermanos, se presentó al ingreso en la Academia General Militar, que superó brillantemente, poco antes del estallido de la Guerra Civil.
Nombrado sargento de Milicias, fue herido en un muslo en la defensa de Getafe el 3 de noviembre de 1936. Incorporado de nuevo al frente y ascendido a teniente por méritos de guerra, recibió un balazo en la cabeza en la batalla de la niebla de Pozuelo, salvando la vida gracias al casco.
En febrero de 1937 aprobó el examen de piloto en Los Alcázares. Después realizó un curso en Kirovabad (Unión Soviética) bajo la dirección del comandante Andrés García Lacalle, héroe de las batallas de Madrid y del Jarama.
De regreso a España pilotó el avión más moderno de las fuerzas republicanas, el Polikárpov I-16 Mosca, defendiendo Sagunto y la Línea Matallana ante la feroz ofensiva contra Valencia de los sublevados. Estuvo también en la defensa de Cartagena y en la batalla del Ebro, en la que, a las órdenes de José María Bravo, máximo as republicano, hizo sus primeros vuelos nocturnos. En agosto de 1938 pasó a pilotar el I-16 Súper-Mosca dotado de cuatro ametralladoras, uno de los 90 que la Unión Soviética entregó en Figueras, cuando la República empezaba a estar en una situación desesperada.
En diciembre de 1938 fue asignado desde el Aeródromo Canudas a la defensa de Barcelona. Volaban a 20 grados bajo cero en cabina descubierta y salvaron la vida a miles de barceloneses, cuando la Aviación de la República era 15 veces inferior en número a los atacantes.
El 8 de febrero pasó a Francia. Dos veces se escapó de los gendarmes franceses pudiendo por fin trasladarse a México en el Ipanema, gracias a Martínez Barrio. Trabajó en todo lo que pudo y llegó a fundar una compañía aérea de carga, con un viejo Ford trimotor con el laureado piloto de Katiuskas Leocadio Mendiola.
Aunque la empresa fracasó, su penuria terminó al ser nombrado director general en 1955 para México de Laboratorios Wintrop. En 1969 regresó clandestinamente a España para colaborar en la reorganización de Izquierda Republicana. Perseguido por la policía, tuvo que pasar a Francia. El Gobierno de Felipe González le reconoció el rango de coronel de Aviación.
En 1982 publicó en México su autobiografía Héroes sin rostro, que fue un éxito editorial en España por su relato de la Guerra Civil. En el libro también narraba sus conquistas amorosas y la sensación de la posibilidad de morir en el aire al día siguiente.
En 1997, el Museo del Aire le rindió un homenaje y después de dar una conferencia, se colocó su retrato y un resumen biográfico, que posteriormente el equipo de Federico Trillo retiró. Aquel día declaró: "Yo no soy un héroe, los héroes están muertos".
Juan M. Riesgo es director de La conquista española del aire
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