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Reportaje:

Xenófobos en el salón de plenos

Plataforma per Catalunya logra 17 ediles con un mensaje contra la inmigración y puede ser decisiva en Vic y El Vendrell

Miquel Noguer

Los vecinos de Manlleu (Barcelona) recuerdan bien la imagen de Antonio Sánchez al frente de los piquetes de huelga durante la crisis industrial de los ochenta. Han pasado los años y este sindicalista se convertirá en pocos días en concejal del Ayuntamiento. Y representará, ni más ni menos, que a la Plataforma per Catalunya, el partido xenófobo que el pasado domingo dio la campanada en una docena de municipios catalanes.

La Plataforma logró 12.400 votos en el conjunto de Cataluña y se hizo con 17 concejales, el doble que hace cuatro años, y superó en cuatro ediles a otros pequeños partidos como Ciutadans. Este voto xenófobo sólo supone el 0,43% del total de Cataluña, pero en algunos municipios, como Vic o El Vendrell, ha causado un verdadero terremoto, al situarse en posición de árbitro entre los grandes partidos.

"Llevo el franquismo en el corazón, pero ahora no me interesa decirlo", afirma Josep Anglada

El epicentro del fenómeno está en Vic (39.000 habitantes), a sólo seis kilómetros de Manlleu. El partido de la discordia nació en esta boyante ciudad hace apenas siete años. Logró un concejal en 2003, ahora tiene cuatro y se ha convertido en la segunda fuerza política en el Ayuntamiento. Todos temen que ello derive en un aumento de la conflictividad en una ciudad tranquila, con buena salud económica y que alberga a un 22% de población inmigrante entre su población.

¿Qué pasó el domingo? Los problemas derivados de la presión migratoria son indisociables de la personalidad de Josep Anglada, líder de la plataforma y candidato a la alcaldía de esta ciudad. Anglada es bien conocido en la ciudad por su pasado franquista y su militancia en Fuerza Nueva, el partido ultraderechista de Blas Piñar. Tras unos años alejado de la política, fraguó en 2002 lo que hoy se conoce como Plataforma per Catalunya, un partido hecho a su medida y donde él ostenta todo el poder. Su ideario se resume en un solo punto: control de la inmigración.

Anglada se enfada ahora cuando se le recuerda su pasado. "Todos tenemos derecho a cambiar", dice. Un reportaje grabado con cámara oculto emitido por Canal 9 en 2002 desveló que Anglada es el de siempre. "Yo llevo el franquismo, el águila y todas estas cosas en el corazón, pero ahora no me interesa decirlo", reconoció a un periodista camuflado.

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A pesar de esto, Anglada recibió el domingo 2.400 votos, el 18,5% del total. Y lo hizo en una de las ciudades cuna del nacionalismo, del independentismo y donde más experiencias han fructificado para acoger a los nuevos inmigrantes. En Vic y en otras ciudades donde ha obtenido representación, la Plataforma ha barrido al Partido Popular.

Los rivales de Anglada reconocen ahora que ha hecho una gran campaña electoral. Y no de 15 días, sino de cuatro años. El político xenófobo, hasta ahora único concejal de la plataforma en el Ayuntamiento, ha visitado los barrios más populares de la ciudad casi cada semana durante toda la legislatura. "Venía aquí en plan justiciero y a crear problemas entre autóctonos y los que no lo eran", explica la presidenta de una asociación de vecinos que prefiere guardar el anonimato.

El papel de Anglada, explica esta vecina, ha sido el de defender en el Ayuntamiento a cuantos vecinos se sentían agraviados por los inmigrantes, a cuantos tenderos veían en las tiendas marroquíes una competencia desleal por sus amplios horarios, a pedir el cierre de oratorios musulmanes y a impedir que se abrieran iglesias protestantes. Hasta propuso en el pleno que se prohibiera el uso del burka, una prenda de vestir que ninguna musulmana de la ciudad utiliza. Todo contra los de fuera. "Primero los de casa", repetía una y otra vez.

El Ayuntamiento, en manos del alcalde de Convergència i Unió, Jacint Codina, siempre optó por ningunear a Anglada, por silenciarlo. Pero sus gritos se escuchaban cada vez con más claridad. Cuando los mediadores del Ayuntamiento se disponían a arreglar el conflicto entre dos vecinos, Anglada ya había pasado por allí. "Tranquilos, que yo os lo arreglo". Éste era su mejor eslogan para una ciudad en la que el voto xenófobo se confunde con el voto de los descontentos con el sistema y, sobre todo, con el voto del miedo.

Además de una coyuntura con una creciente inmigración, Anglada se ha encontrado con un panorama político inmejorable. Los tres principales partidos democráticos de la ciudad (CiU, PSC y ERC) han entrado en crisis recientemente, con peleas públicas y con problemas para elegir al candidato. Los socialistas, además, no han centrado su campaña en los barrios de la inmigración, los mismos que un día fueron sus feudos. En ellos, la Plataforma ha logrado ahora hasta el 30% de los votos. Todo a imagen y semejanza de lo que ocurrió en el sur de Francia con el Frente Nacional de Jean Marie Le Pen.

Tras el susto del domingo, las direcciones del Partit dels Socialistes y de Convergència i Unió han prohibido cualquier pacto con Plataforma per Catalunya a nivel local. En Vic esto se está siguiendo a rajatabla y Convergència i Unió se plantea un gobierno de unidad formado por todas las fuerzas de tradición democrática. En el Vendrell, donde la Plataforma puede desempatar el empate entre socialistas y nacionalistas, las cosas no están tan claras. El PSC descarta cualquier acuerdo con los xenófobos. En cambio, el candidato de CiU ha dejado abiertas todas las puertas.

Sindicatos, organizaciones de inmigrantes y asociaciones de vecinos se preparan para dar batalla. El histórico dirigente de Comisiones Obreras de Manlleu, Lluís Donoso, es uno de ellos: "Todos hemos estado callados durante demasiado tiempo".

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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