Victoria y desastre
Victoria total del PP y desastre de la izquierda en el País Valenciano, victoria a los puntos del PP en el conjunto de España, se reparta como se reparta el poder local, con derecho a la pole position de cara a las legislativas. Ese y no otro es el balance cuantitativo de la jornada electoral del domingo. Como decía mi maestro los hechos son tozudos y no se pueden ignorar sencillamente porque no se dejan. Con escrutinio electoral completo la elección nacional de segundo orden, que es lo que en España son las municipales, da la victoria a los conservadores por una diferencia cifrable en los ciento cincuenta y seis mil votos, más o menos (unas siete décimas) con una participación casi cuatro puntos menor (3,90), lo que viene a suponer que el PP parte como favorito de cara a las elecciones legislativas, pues, como es bien sabido, el precedente marca que quien gana las municipales vence las siguientes legislativas. En términos absolutos eso significa que el PSOE pierde respecto de las anteriores casi un cuarto de millón de votos en tanto que el PP gana cuarenta mil. En términos generales se registra un balance equilibrado en términos de votos con ventaja socialista con dos salvedades: Madrid y la Comunidad Valenciana.
En Madrid el PP obtiene la mayoría absoluta electoral (único caso) y la obtiene claramente por el desistimiento de una parte sustantiva del electorado socialista. Es la abstención la que magnifica el resultado conservador en Madrid, que explica por sí solo la victoria municipal a los puntos. Pero esa no es explicación suficiente en el caso del País Valenciano, y colgarle el fracaso a la abstención es, en nuestro caso, una ilusión peligrosa. Es cierto que la abstención asimétrica explica algunos resultados, esencialmente en las tres capitales y en el "cinturón rojo", pero esa es sólo una parte de la verdad y, a decir verdad, no es la más importante. Aún a riesgo de comparar churras con merinas la imagen que surge de los resultados autonómicos es bien ilustrativa: como de costumbre el PSOE obtiene peores resultados que en la urna municipal, pero esta vez esa diferencia no es menor, entre otras cosas porque por sí sola da razón de la mayoría absoluta en Les Corts, así que mientras en las municipales el PP saca algo más del 46 por ciento (lo que yo pensaba tendría en autonómicas) en estas últimas supera la mayoria absoluta electoral, así que mientras el PSOE pierde algo más de cuarenta mil votos entre urna y urna el PP agrega a su ya importante stock unos ciento treinta mil. En otras palabras entre una y otra urna el PP le saca al PSPV nada menos que todos los votos del Comprimís, y consiguientemente entre siete y ocho diputados. Hagan la cuenta y vean. Ojo, no le cuelguen el muerto a la abstención, porque aunque la participación ha sido más baja (algo más de medio punto) por sí sola esta supone una explicación válida (a ojo de buen cubero) de menos de un quinto de la diferencia. La abstención asimétrica puede dar razón del fracaso de las encuestas de mayores muestras (que pronosticaban una participación entre dos puntos y medio y tres mayor), pero aquí hay algo más, seis décimas de participación menos (cosa de un punto sobre el voto a candidaturas) no permiten dar razón de unos resultados casi iguales a los de 1999.
Si el fracaso del Compromís puede deberse a razones primariamente tácticas (hacer una coalición para una urna y no reproducirla en la otra cuando se vota simultáneamente en las dos no es una buena idea) y secundariamente la salida al primer plano de los ortodoxos del viejo PCE, que tan brillante resultado han alcanzado en el cap i casal (votar propuestas obsoletas no suele ser frecuente), nada de eso se da en el caso del PSPV. Este tiene un suelo sólido (ha sacado en autonómicas más de 34 por ciento, que no está mal), pero parece incapaz de ir mucho más allá. Es posible que esa debilidad se deba primariamente a razones políticas (la debilidad del liderazgo del Presidente del Gobierno, el impacto de la desafortunada política con relación al terrorismo vasco de los últimos meses, la mala imagen del gobierno socialista entre nosotros consecuencia de una estrategia informativa que machaca los viejos temas del victimismo y de la incapacidad gubernamental de superarla), pero creo que aun siendo eso cierto hay algo más: los mismos factores juegan en Asturias y allí han vuelto a ganar los socialistas Y ese algo es en parte social y en parte político.
En cuanto a lo primero me parece cada vez más claro que el "modelo Florida" adobado por la política-espectáculo que administran nuestros conservadores sencillamente tiene un apoyo mayoritario en la sociedad valenciana, que la apuesta por una sociedad de servicios de baja o media cualificación, con el adobo de eventos, que se está desarrollando ante nosotros configura una sociedad satisfecha en la que la izquierda se torna poco a poco estructuralmente minoritaria. Una sociedad que, al menos a corto plazo, está dispuesta a pagar el precio de la desindustrialización, y de la renuncia a una sociedad de terciario avanzado. La aceptación de un futuro "Baleares para clases medias bajas", para entendernos. Pero unas Baleares con poco PSM y nada de Unió, lo que nos lleva a lo segundo.
En cuanto a los factores políticos me parece cada vez más evidente que, errores puntuales al margen, sólo la eventual emergencia de una fuerte formación política que atraiga el apoyo de los sectores productivos ninguneados por el modelo vigente, puede a medio plazo poner en cuestión una hegemonía conservadora que nos ha llevado a un sistema de partido dominante de muy complicado manejo. Es posible que eso lo pudiera hacer una versión indígena del "new labour", porque si eso no es factible, y por ahora no parece que lo sea, se seguiría la necesidad de estructurar alguna versión valenciana del incipiente Movimiento Demócrata sureuropeo, lo que aquí y ahora se asemeja mucho a la creación de una fuerza política nueva capaz de colmar la gran y creciente distancia que separa las orientaciones políticas (y a veces culturales) de PP y PSOE. Un nuevo partido del centro. O renovarse o congelarse: ese es aquí y ahora, el reto de la izquierda.
Manuel Martínez Sospedra es profesor de Derecho de la Universidad Cardenal Herrera-CEU.
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