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Juicio por el mayor atentado en España | 11-M

El general cansancio

Una jugada del abogado de El Egipcio altera los ánimos de la sala, que ya ansía el final del juicio

Por unos golpes o por otros, Zouhier siempre está en el centro del cuadrilátero. Ayer, sobre las siete de la tarde, los presentes en la sala pudieron escuchar la conversación que el confidente mantuvo seis días después del 11 de marzo de 2004 con el agente Víctor, su contacto en la Guardia Civil.

Una nueva traducción de una conversación en Milán beneficia al supuesto autor intelectual
"Es un tío religiosísimo y muy peligroso. Ten cuidado", dijo Zohuier de El Chino a un agente

-Estuvo en una cárcel de Marruecos, ¿sabes tronco?, y allí conoció a gente del rollo ese, ¿me entiendes?, así que cuando vino de regreso cambió, empezó a rezar en plan Alá y todo el rollo. Yo sé que vive en esas casas viejas que te dije el otro día y que tiene un BMW negro con llantas bonitas. Es moreno, delgado, pequeño. Es un tío religiosísimo, se levanta a las cuatro de la mañana para rezar, y muy peligroso. Ten cuidado con él, Víctor, que ese tío te pega un tiro y le suda la polla.

Le hablaba -aunque sin decir su nombre ni ninguno de sus alias- de El Chino. La verdad es que, visto lo visto, el retrato que le hizo Zouhier a Jamal Ahmidan no andaba muy descaminado. La reproducción de la conversación telefónica, salpicada de palabrotas y lenguaje de taberna, se recibió como agua de mayo en la sala. No había sido una tarde fácil. Incluso se puede hablar de la tarde más difícil. Si el general invierno derrotó a Napoleón en 1814, tal vez haya que atribuirle al general cansancio la responsabilidad de que ayer tarde se encendieran los ánimos de tal forma que llegaron a saltar chispas. El juez y la fiscal se enseñaron las uñas, los abogados se enfadaron unos con otros y el tal Zouhier -siempre Zouhier- fue sacado de la habitación de cristal blindado para evitar que protagonizara un segundo asalto -el martes le endilgó un derechazo al primo de El Chino digno de mejores veladas-.

Ayer todo empezó a cuenta de Rabei Osman.

El Egipcio es un tipo peligroso, muy peligroso. Fuentes de la lucha antiterrorista no dudan en afirmar que, aun enrejado, sigue constituyendo una verdadera amenaza. Otra cosa, lógicamente, es que se consiga probar su participación en los atentados de Madrid. La fiscal Olga Sánchez pide para él más de 39.000 años de condena como autor intelectual de la matanza. La principal prueba contra él es un conjunto de grabaciones -tanto telefónicas como ambientales- realizada por la policía italiana, que consiguió llenar de micrófonos su casa de Milán. Hay un momento en que El Egipcio, dirigiéndose a un discípulo llamado Yahia, le dice que "el hilo de la operación" de Madrid fue suyo:

-Sí, todos son amigos míos, de ellos cinco cayeron mártires, que en paz descansen, y ochos están en la cárcel, pero Dios no quiso mi martirio y me salvó de la cárcel. Yo no estaba con ellos en aquellos días, pero fue mi gente. Yo estaba al tanto previamente, pero...

El caso es que ayer se supo que el abogado de El Egipcio, Endika Zulueta, había encargado a dos de los intérpretes de árabe que desempeñan cada día su trabajo en la sala que hicieran una nueva traducción de las palabras de su cliente. Y aquí fue donde se lió. Primero, porque la traducción de los intérpretes locales resultaba más favorable para El Egipcio que la de los italianos. Y, en segundo lugar, porque -a excepción de Zulueta- ningún abogado tuvo hasta bien entrada la tarde una copia de la nueva traducción. El juez no tuvo más remedio que interrumpir la sesión durante una hora, no sin antes atajar una protesta de la fiscal Sánchez cortándole el micrófono, y en los pasillos algunos abogados acusaron de "deslealtad" a su colega Zulueta.

Nunca se había visto nada igual en el juicio. Más bien todo lo contrario. La camaradería ha sido la tónica general, y hasta los extremos más enconados durante las sesiones compartían luego con la mayor naturalidad cuartos de baño, máquina de café y pitillos en el patio. Pero la inminencia del final -ya no hay tiempo de demostrar lo que no se haya demostrado ya- y sobre todo el cansancio van causando estragos.

-Quiero advertir que las imágenes que se van a reproducir...

Hay un momento de la mañana en que las pantallas del juicio vuelven a Atocha. Se ve a la gente que sube por la escalera. Un segundo después, una explosión. Dos o tres segundos más tarde, otra. Una mujer rubia vuelve la cabeza. Su compañera de asiento le hace una caricia con una mano y coloca la otra de pantalla entre sus ojos y los monitores. Se llama Isabel Pedraza. "Mi hermana murió en los trenes. En la explosión de la calle Téllez". La grabación se detiene enseguida. Más que el horror que se ve, lo que hiere es el horror que se intuye inminente.

La recta final del juicio se desarrolla a un ritmo vertiginoso. Al final de la tarde, las imágenes terribles de Atocha se mezclan con el cansancio y con las palabras de un delincuente llamándole "tronco" a un policía. Le dice:

-Oye, Víctor, si sacas algo de esto, a mí me cuidas.

Lo difícil, a estas alturas, es que no salten chispas.

Abdelmajid Bouchar (en primer plano) y Rabei Osman, <i>El Egipcio</i> (con cascos), durante la sesión de ayer.
Abdelmajid Bouchar (en primer plano) y Rabei Osman, El Egipcio (con cascos), durante la sesión de ayer.EFE

LA VISTA AL DÍA

La vista oral se acerca a su conclusión

El lunes se reanudará el juicio por los atentados del 11-M con la continuación de las pruebas documentales. Cuando finalicen, tanto las defensas como las acusaciones presentarán sus conclusiones definitivas sobre la implicación de los 29 acusados.

UNA TRADUCCIÓN DUDOSA

La credibilidad de las conversaciones que implican a El Egipcio, en el aire...

Las pruebas para acusar a Rabei Osman, El Egipcio, de ser el cerebro del 11-M quedaron ayer en entredicho: los traductores de la Audiencia Nacional declararon que la traducción de las conversaciones que le implican es errónea.

... pero no hay dudas sobre su relación con el 11-M

La traducción alternativa propuesta por estos profesionales, sin embargo, deja clara su implicación: "Son mi gente quien lo hizo, nuestra gente", dice Osman.

Las bolsas tenían 10 kilos de dinamita cada una

Según los peritos, las 13 bombas tenían unos 10 kilos de dinamita cada una, por la observación de las que no explotaron y por los efectos de las que sí lo hicieron.

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